CONDUCTAS DISRUPTIVAS EN EDUCACIÓN INICIAL: PERCEPCIONES Y
PRÁCTICAS DOCENTES ANALIZADAS DESDE DE LA DISCIPLINA POSITIVA
Marcia Alexandra Astudillo Pesantez
Universidad Estatal de Milagro – UNEMI. Cuenca, Ecuador
Norma Narcisa Balarezo Lojano
Universidad Estatal de Milagro – UNEMI. Cuenca, Ecuador
Bertha Leonor Flores Campoverde
Universidad Estatal de Milagro – UNEMI. Cuenca, Ecuador
Jenny Patricia Guallpa Buestán
Universidad Estatal de Milagro – UNEMI. Cuenca, Ecuador
Miryam Noemi Sumba Zhumi
Universidad Estatal de Milagro – UNEMI. Cuenca, Ecuador
Autor para
correspondencia: mastudillop2@unemi.edu.ec
Recibido: 07/05/2024 Aceptado: 21/06/2024 Publicado: 20/07/2024
RESUMEN
Las conductas
disruptivas pueden comprenderse como aquellas que se presentan en algunos niños y niñas de manera frecuente y con gran intensidad, sin
un propósito adaptativo y que suelen general malestar en el aula de clase e
incluso, en ciertos casos, producir un daño.
Estas conductas
implican un reto importante para la práctica docente en la Educación Inicial,
por tanto, el presente estudio se propuso Analizar las conductas disruptivas
que se presentan en los niños y niñas de 4 a 5 años,
así como su posible abordaje a partir del enfoque de la Disciplina Positiva.
Dicho modelo de crianza y acompañamiento ampliamente difundido en los últimos
años nos permitió transitar de miradas y prácticas tradicionales hacia otras
afectivas y respetuosas que pudieron definirse gracias al levantamiento y
análisis de las narrativas docentes.
En este proceso
cualitativo y con diseño de tipo narrativo, participaron 5 docentes de
Educación inicial de dos centros educativos de la provincia del Azuay, con
quienes se realizaron entrevistas a profundidad; observaciones de aula
dirigidas a 13 casos de conductas disruptivas previamente identificadas; y
grupos de discusión con énfasis en el análisis de casos. Los hallazgos
develaron, por un lado, las relaciones entre los estilos de crianza y el
surgimiento de conductas disruptivas en la primera infancia, así como el
impacto de estas sobre el desarrollo socioafectivo de los niños y niñas y; por
otro lado, las percepciones y prácticas docentes en el abordaje de dichas
conductas, que pudieron ser agrupadas en enfoques conductuales,
cognitivos-constructivistas y sociales.
Palabras clave: Conductas disruptivas, conductas problemáticas,
disciplina positiva, educación inicial, primera infancia.
DISRUPTIVE BEHAVIORS IN THE EARLY CHILDHOOD EDUCATION
CLASSROOM: PERCEPTIONS AND TEACHING PRACTICES ANALYZED FROM POSITIVE DISCIPLINE
ABSTRACT
Disruptive behaviors
can be understood as those that occur in some children frequently and with
great intensity, without an adaptive purpose and that usually cause discomfort
in the classroom and can even, in certain cases, cause harm. These behaviors represent
an important challenge for teaching in Early childhood education. Therefore,
our objective was to Analyze the disruptive behaviors that occur in children
aged 4 to 5 years old, from an approach based on Positive Discipline.
This model of
parenting and support, widely disseminated in recent years, has allowed us to
move from traditional views and practices to other affective and respectful
ones that could be defined thanks to the analysis of teaching narratives.
This qualitative
process, with narrative design, had the participation of 5 early education
teachers from two educational centers in the province of Azuay, with whom we
conducted in-depth interviews; classroom observations aimed at 13 previously
identified cases of disruptive behaviors; and discussion groups with emphasis
on case analysis. The findings revealed, on one hand, the relationships between
parenting styles and the emergence of disruptive behaviors in early childhood,
as well as the impact of these on the socio-affective development of boys and
girls and, on the other hand, the perceptions and teaching practices in
addressing these behaviors that can be grouped into behavioral,
cognitive-constructivist and social approaches.
Keywords: Disruptive behaviors, problematic behaviors,
positive discipline, early childhood education, early childhood.
INTRODUCCIÓN
En los últimos años,
factores como la exposición continua a la tecnología, la pandemia del COVID-19,
entre otros eventos económicos, ambientales y sociales, han provocado cambios
en las conductas presentadas en el periodo de la primera infancia, generando
una creciente preocupación en el ámbito educativo. (Salinas et al. 2023)
Por otro lado, son
relevantes factores internos como la baja tolerancia a la frustración, la poca
capacidad de regulación emocional y los aprendizajes adquiridos en el hogar en
la interacción de los niños y niñas con su núcleo
familiar. (Saco et al., 2022)
Es necesario
comprender el surgimiento de conductas disruptivas también como respuesta a lo
que cada niño/a atraviesa o ha atravesado en su historia de vida.
La familia se
constituye como el espacio en el que se generan vínculos afectivos fuertes en
base a prácticas que suelen reproducirse a través de todo el sistema familiar.
Esta dinámica, según
mencionan Palacio y Vélez (2018), implica además que todo aquello que afecta a
un miembro, afecta en distinta grados a los demás, incluidos los
niños y niñas, en adelante NN.
Las conductas
disruptivas -con frecuencia denominadas conductas problemáticas o
conductas-problema- tienen incidencia sobre las distintas esferas de la vida de
los NN, sin embargo, si nos situamos en el contexto escolar, pueden ser
definidas como aquellas que interfieren en el proceso de enseñanza- aprendizaje
causando malestar en el aula, limitando la capacidad de relacionarse, así como
el adecuado desarrollo y formación integral del niño o niña. (Cuña y Gómez,
2017)
1) La noción común es que las conductas
disruptivas son un problema individual, por lo que los casos deben ser abordado
por un profesional de la Psicología; sin embargo, tal como afirma Orts (2013),
es crucial que los y las docentes estén preparados para prevenir, identificar y
abordar estas conductas desde las etapas iniciales, antes de que se conviertan
en trastornos de conducta de mayor gravedad.
Adicional, la falta
de estrategias docentes para el abordaje de estas conductas, a lo largo de los
distintos niveles educativos, es uno de los factores que ha contribuido a que,
a partir del año 2022, las cifras de agresiones escolares por parte de docentes
hayan incrementado (Según el Ministerio de Educación, entre 2014 y 2024 se han
contabilizado denuncias contra 2.904 docentes como los presuntos agresores de
alumnos en todo el país) de forma continua según datos del Ministerio de
Educación del Ecuador (2023).
1.1. Las conductas disruptivas en la primera infancia
Las conductas
disruptivas se presentan como un desafío tanto a nivel teórico como práctico.
Su abordaje puede ser complejo y no existen estrategias únicas y universales ya
que cada caso tiene sus particularidades.
De la misma manera,
su conceptualización implica un reto pues no se trata de trastornos de la
conducta claramente delimitados, sino de conductas complejas que pueden
aparecer en momentos y sujetos aislados pero que generan una disrupción en el
entorno del aula.
Pueden observarse
desde períodos tempranos del desarrollo, suelen verse atravesadas por la
agresividad, el retraimiento y/o la inmadurez, y tienen mayor incidencia en los
niños que las niñas. (Zambrano et al., 2022)
El análisis de las
conductas debe seguirse con un procedimiento que inicia con la identificación
de la conducta, seguido por el levantamiento de información.
Para identificar las
conductas presentadas, es necesario aplicar criterios de temporalidad,
intensidad y frecuencia (Álvarez et al., 2016), es decir, preguntarse ¿Cuándo
empezaron a parecer estas conductas? ¿Coincide su aparición con un evento en la
vida del niño/a? ¿Ha incrementado su aparición con el tiempo? ¿Qué tan
disruptivas son? ¿Generan un daño a sí mismo y/o a terceros? Adicional, se debe
tomar en cuenta que las conductas en la infancia tienen que ser valoradas en
función del desarrollo evolutivo de los niños y niñas,
para determinar tanto su gravedad como su abordaje.
Asimismo, estas
pueden variar de acuerdo al contexto social y cultural
de los niños y niñas, por ello es necesario realizar un análisis de su entorno
inmediato.
El riesgo se
incrementa en entornos marcados por un pobre funcionamiento, mala comunicación,
presencia de conflictos y agresividad. (Unceta, 2018)
Por otro lado, son
factores de protección -y prevención- las relaciones saludables, la
afectividad, el autocuidado, el establecimiento de límites y el desarrollo de
actividades lúdicas en casa. (Jaraba y Bertel, 2021)
Es necesario resaltar
que las conductas disruptivas no siempre son persistentes ni dañinas, sin
embargo, cuando trascienden normas, generan malestar o daño sobre el grupo,
deben ser atendidas a la brevedad. (Jiménez, 2017)
No existe una
categorización única de las conductas disruptivas, mas para el presente
estudio, se ha retomado la propuesta de Cuña y Gómez (2017), quienes las
conciben como conductas que dificultan la adaptabilidad y el aprendizaje en NN,
y que pueden agruparse como conductas disruptivas de movimiento; verbales; o de
agresión.
1.2. La Disciplina positiva para la atención a la primera
infancia
La disciplina
positiva ha sido seleccionada en el presente estudio como el enfoque para el
análisis de las conductas identificadas, así como de las prácticas docentes
para su abordaje en el aula.
Un modelo educativo
que tiene sus orígenes en 1920, basado en la obra de Alfred Adler y su tesis de
la “Educación Democrática” que significó un cambio conceptual en la educación,
entendida en ese tiempo, como la lucha contra la imposición de autoridad del
adulto/a sobre los y las estudiantes.
Con ese nuevo
término, se considera el respeto mutuo como un medio y objetivo importante
dentro del ámbito educativo. (Santa Cruz et al., 2020)
El punto de partida
de la disciplina positiva es reconocer que los comportamientos tienen un
propósito, usualmente relacionado con la conexión, la pertenencia y el sentirse
relevante.
Sin embargo, los niños y niñas pueden desarrollar mecanismos inadecuados
para alcanzar dichos propósitos (Vidal et al., 2016), dando lugar a conductas
que, además de no llevarlos al resultado esperado, provocan efectos
desfavorables como el rechazo y el castigo.
Si bien la Disciplina
positiva se ha difundido como un método de crianza, su incorporación en la
educación no es nueva. Hace casi una década, Nelsen (2015), hablaba de la
incorporación de esta propuesta en la educación, invitando a las escuelas a
convertirse en espacios de cooperación, búsqueda de soluciones y entornos
afectivos y seguros para el aprendizaje.
En nuestro país, el
propio Ministerio de Educación (2022) promueve la disciplina positiva como “una
corriente educativa que busca educar al niño a través del respeto mutuo, la
empatía, el cariño, la amabilidad y firmeza” (p. 1).
Además, establece que
el adulto debe ser respetuoso con el niño/a, ayudarle a sentirse valioso,
guiarle en la enseñanza de habilidades sociales y emocionales, y a desarrollar
sus capacidades de autorregulación, autodisciplina y resolución de conflictos, con
la finalidad de crear en ellos una conciencia independiente para hacer las
cosas de una manera adecuada.
La disciplina
positiva puede ser la respuesta fundamental para fomentar un ambiente apto para
el aprendizaje a partir del respeto, empatía, tolerancia y la sana convivencia.
(Arias et al., 2022)
La labor del docente
es muy importante en este contexto, pues es quien deberá identificar las
conductas positivas y negativas a través de registros de observación
anecdóticos- conductuales individuales para en lo posterior, proponer
estrategias creando reflexión sobre su actuación, transmitiendo valores
positivos a los alumnos como el autoconocimiento y el autocontrol.
Esta respuesta ocurre
desde el diálogo y acuerdos de manera pacífica, generando aprendizajes
significativos. (Fernández, 2021)
Por ello, el presente
estudio ha tenido por objetivo Analizar las conductas disruptivas que se
presentan en los niños y niñas de 4 a 5 años, así como
su posible abordaje a partir del enfoque de la Disciplina Positiva.
De esta manera,
pretende aportar información relevante a los y las docentes de Educación
inicial, fortaleciendo sus capacidades de comprensión y respuesta ante las
conductas disruptivas; desarrollando, a su vez, habilidades para la vida en los
menores y fomentando relaciones respetuosas en el entorno escolar.
METODOLOGÍA
La metodología empleada fue de tipo cualitativa, con un diseño narrativo
dado que se enfocó en el discurso de las participantes y lo que este podía
develar sobre sus experiencias, percepciones y prácticas.
Los escenarios del estudio fueron el Centro de Educación Infantil (CEI)
Rita Chávez de Muñoz y la Unidad Educativa Las Palmas, ambos en la ciudad de
Cuenca, provincia del Azuay.
Mientras que, los criterios de selección para las participantes fueron:1)
Docentes de Educación inicial; 2) Al menos 5 años de experiencia docente. De
esta manera, el estudio contó finalmente con 5 docentes del nivel Inicial 2
(régimen fiscal), todas con títulos de tercer nivel, con experiencia entre 7-29
años.
El diseño del trabajo de campo implicó tres fases, cada una con la
aplicación de una técnica distinta:
Fase 1. Se realizaron entrevistas
a profundidad con cada una de las docentes. Al finalizar la entrevista se les
entregó un registro de observación y se les brindó orientación para que
pudieran levantar sus observaciones y reflexiones a lo largo de una semana.
Fase 2. Una vez cumplido el
tiempo, se realizó una revisión documental de los registros levantados por las
docentes y se procesó inicialmente la información en matrices de organización.
Fase 3. Una vez revisados los
resultados preliminares de las dos primeras fases, se procedió a realizar un
grupo de discusión con el fin de profundizar y ampliar la información obtenida
hasta el momento.
El procedimiento del trabajo de campo se delimitó de la manera descrita
con el fin de profundizar en la información levantada.
Si bien se contó con 5 participantes, las distintas técnicas permitieron
ahondar en sus narrativas y, por otro lado, la observación realizada involucró
el registro y análisis de las conductas disruptivas presentadas por 13 NN,
identificados en un grupo total de 88 en el nivel de Inicial 2.
Las narraciones realizadas por las docentes en sus registros fueron
procesadas en matrices de organización documental, mientras que la información
levantada gracias a las entrevistas y grupo de discusión fue registrada en
audio y posteriormente transcrita.
En cuanto al análisis de la información, se aplicó la técnica de Análisis
de contenidos, según los pasos secuenciales sugeridos por Arispe et al. (2020),
tal como se aprecian en el siguiente gráfico:
De esta manera, la información fue procesada inicialmente en matrices
según la estructura de las categorías y subcategorías iniciales. Se realizó un
proceso de codificación axial tomando como ejes las categorías iniciales, a
partir de las cuales se agruparon fragmentos del discurso en función de su
correspondencia con cada categoría.
Tanto el diseño de instrumentos como las matrices de organización y
análisis se mantuvieron consistentes en las categorías iniciales, sin embargo,
tras el proceso de codificación, se incorporó una categoría emergente como se
aprecia a continuación:
Tabla 1. Categorías del estudio.
Categoría 1 |
Factores que
inciden en el surgimiento de conductas disruptivas en las aulas de Educación
inicial |
Categoría 2 |
Tipos de conductas disruptivas en el aula de
Educación inicial: frecuencia de presentación e implicaciones sobre los
procesos de aprendizaje |
Categoría 3 |
Estrategias de abordaje de conductas disruptivas
en el aula de Educación Inicial a partir de la Disciplina positiva |
Categoría 4
(emergente) |
Percepciones
y prácticas docentes en la comprensión y abordaje de conductas disruptivas en
el aula de Educación Inicial |
Este sistema de categorías permitió un adecuado procesamiento de la
información en todas las etapas del diseño metodológico. Adicional, se verificó
el cumplimiento de los criterios de validez y confiabilidad de los instrumentos
tras un proceso de validación que consistió en el pilotaje del protocolo de
entrevistas y la revisión por parte de expertos de los otros dos instrumentos.
Cabe resaltar, además, que se tuvo en consideración aspectos éticos de la
investigación como el respeto a las personas; la prevención de riesgos; la
protección de datos; la autonomía y la confidencialidad (Espinosa y Calva,
2020), motivo por el que se levantaron los respectivos Protocolos de
Consentimiento Informado.
RESULTADOS
3.1. Factores que inciden en el surgimiento de
conductas disruptivas en las aulas de Educación inicial.
Según la perspectiva
de las docentes de Educación inicial, el factor de mayor relevancia en el
surgimiento de las conductas disruptivas en los NN es el entorno familiar y los
estilos de crianza que se manejan en su interior. Por un lado, coinciden en que
un estilo permisivo de crianza sería el de mayor incidencia sobre el
surgimiento de este tipo de conductas, coincidiendo con Castillo et al. (2019),
quienes hallaron una correlación importante entre el estilo de crianza
permisivo y la baja tolerancia a la frustración.
La falta de madurez
detectada en estos casos puede fundamentarse en dos modelos explicativos: por
un lado, el modelo neurocientífico que identifica el periodo crítico para el
aprendizaje de la regulación emocional hasta los 2 años y medio (Rendón, 2007) y;
por otro lado, el modelo del desarrollo psicosocial de Erikson (1963) que
señala la adquisición de seguridad hasta los 2 años, de autonomía hasta los 3
años y de iniciativa hasta los 6 años.
Ambos coinciden en la
primera infancia como un periodo fundamental para el aprendizaje emocional, el
cual, de no ser adquirido de forma adecuada y temprana, plantea una serie de
dificultades que se expresan en comportamientos inadecuados y poco adaptativos.
Por otro lado, y
lejos del punto anterior, señalan la sobreprotección como un segundo factor que
estaría incidiendo sobre el comportamiento de los NN, la cual relacionan, a su
vez, con la falta de autonomía.
Adicional, no
perciben que la estructura familiar este sea un factor determinante. Rescatan
que, en su experiencia, hay NN con comportamientos adecuados y un desarrollo
esperable para su edad, que provienen de familias con estructuras diversas:
monoparentales; padres divorciados; familias amplias que conviven en un mismo
espacio; entre otras.
Una de las docentes
comenta:
He visto niños que son de madres solteras o mamás
que están divorciados de los papás, más bien esos niños yo en mi experiencia
son niños muy educados, muy responsables, no siempre, siempre van a haber sus
diferencias, pero yo creo que eso no influye.
Es una
preocupación compartida por las docentes la falta de conocimientos o
estrategias de los padres y madres de familia para la crianza en esta primera
etapa de la vida. Comentan acerca de familias que: no demuestran mayor
preocupación por el proceso y las dificultades de sus hijos e hijas; se
muestran, en ocasiones, indiferentes a sus necesidades; suelen ser afectivos,
pero pueden tornarse agresivos ante la presencia de conductas problemáticas.
Esto
plantea la necesidad de un trabajo conjunto con la familia, en el cual las y
los docentes tienen la responsabilidad de emplear un lenguaje adecuado, abordar
la situación del niño/a de una forma positiva y socializar acciones concretas
que pueden realizarse en casa. (Arias. et al 2022)
Además,
consideran que la edad de los progenitores es también un factor de importancia.
Son niñas criando a otros niños, afirma una de las docentes. Por otro lado, dan
especial importancia al uso extendido de las pantallas en la primera infancia.
Se muestran preocupadas por lo efecto que esto tiene sobre el desarrollo
y críticas ante la poca regulación por parte de las familias en torno al tiempo
prolongado y la calidad de contenidos a los que los infantes están expuestos en
la actualidad.
1.1. Tipos de conductas disruptivas en el aula de
Educación inicial
Al integrar los distintos registros levantados en la observación
continua de los 13 casos identificados, los hallazgos en torno a la frecuencia
se consolidaron de la siguiente manera:
Figura 2. Frecuencia
de las conductas disruptivas.
Gracias al proceso de observación, las docentes identificaron no solo la
frecuencia de estas conductas en el aula sino, sobre todo, el impacto que tienen
en determinados momentos sobre el proceso educativo y la convivencia en el aula
de clase, tal como se evidencia en el siguiente testimonio:
Cuando tienen problemas de conducta los niños no
quieren realizar las actividades, generalmente los niños se salen del aula,
entonces ellos pierden esa clase, para estar pendiente del niño a veces se
cambia la actividad (…) algunas veces no termina de cerrar lo que son las
destrezas, entonces hay algunos indicadores que se van separando unas que si
las cumplen y otras de mayor complejidad que no lo logran.
Las
conductas disruptivas tienen un impacto directo sobre la convivencia en el aula
y las relaciones que los NN establecen con sus pares. El grupo tiende a excluir
a quienes perciben como disruptivos o agresivos. Esta situación impacta
negativamente sobre la estabilidad emocional, el autoestima y autoconcepto de
los infantes.
Para
ello, desde la Educación inicial, es posible trabajar con un énfasis en las
destrezas propuestas por Bisquerra et al. (2015): la conciencia emocional
(reconocimiento de emociones) y la regulación emocional (autocontrol,
tolerancia a la frustración).
En
términos amplios, las docentes perciben un retraso en el desarrollo de
aprendizajes y habilidades socioemocionales en los casos de los NN cuya
cotidianeidad está marcada por la presencia de este tipo de conductas. Sin
embargo, reflexionan también sobre la intensidad pues afirman que no todas las
conductas disruptivas generan grandes conflictos. Identifican casos en que las
conductas persisten, incrementan, son más difíciles de manejar y el conflicto
que generan afecta de forma progresiva al niño/a, volviéndose una especie de
bola de nieve.
Mientras
que, hay otras conductas que aparecen de forma más esporádica y con menor
intensidad gracias a la capacidad de autocontrol del niño/a.
1.2 Estrategias de abordaje de conductas
disruptivas en el aula de Educación Inicial a partir de la Disciplina positiva
Las docentes identifican y aseguran emplear estrategias que coinciden
con la propuesta de la Disciplina positiva, más allá de su conocimiento sobre
la misma.
Es
decir, si bien algunas no conocían previamente sobre este modelo, pudieron
darse cuenta -principalmente en la discusión colectiva- que la ponen en
práctica al momento de manejar las situaciones del aula de forma respetuosa y
afectiva. A nivel general, se evidencia preocupación sincera y empatía frente a
los casos más complejos. Una de las docentes sugiere al grupo que:
Debemos ponernos en la misma posición que el
pequeño, hacer que ellos sientan que yo formo parte del grupo de ellos. Es
corregir estos comportamientos negativos desde el punto de vista empático.
Aun cuando empleen etiquetas negativas en su discurso al referirse a
estas conductas, ponen énfasis en la empatía y el afecto. Una de las
estrategias más destacadas es el diálogo, hay consenso en que, aún desde los 3
años, los NN son capaces de escuchar, reflexionar y modificar sus conductas si
se les presentan normas claras y comprensibles.
Se
resalta que el grupo no valida el castigo ni las formas agresivas de ningún
tipo. Por el contrario, confían en que: teniendo normas y reglas y basándonos
en eso los niños van a tener un mejor aprendizaje, desarrollo en cuanto a su
vida y mejor aceptación dentro de su grupo y de su entorno. De esta manera,
coinciden con Alvarado (2017) al hablar de la disciplina percibida como un
logro que se alcanza gracias al establecimiento de límites, firmeza y
afectividad, permite un ambiente adecuado para el aprendizaje al estar presente
en el aula de clase y ser incorporada continuamente por cada individuo en su
accionar cotidiano, en este caso los NN.
Por otro
lado, las docentes coinciden en que, si bien las conductas aparecen como
problemáticas, las consecuencias de no intervenir y buscar estrategias para
cada caso son aún más graves para el desarrollo a largo plazo. Asimismo, las
causas de las conductas deben ser identificadas y analizadas de forma
individual.
El
problema no es lo que se visualiza sino lo que causa el problema, declara una
de las docentes, coincidiendo de esta manera con la perspectiva de la
Disciplina positiva al considerar que la conducta tiene una raíz y un
propósito. (Méndez et al., 2024)
1.3. Percepciones y prácticas docentes en la
comprensión y abordaje de conductas disruptivas en el aula de Educación Inicial
Dado que no todas las respuestas docentes en las conversaciones podían
analizarse como estrategias de Disciplina positiva, este apartado emerge para
abarcar las percepciones y prácticas más comunes y aceptadas en el grupo de
docentes en la comprensión y abordaje de las conductas disruptivas; las cuales
pueden apreciarse en la siguiente figura:
Figura 3. Nube de
palabras.
Tal como se evidencia en la nube de palabras, la representación de las
conductas a esta edad se sitúa muy cerca del hogar y la familia, entorno en el
que consideran se da el aprendizaje de las mismas. Sin
embargo, no todas conciben las conductas disruptivas como producto de un
aprendizaje, al menos no siempre.
El
discurso oscila entre lo que podría denominarse, a partir de lo propuesto por
Méndez et al. (2024), un enfoque conductual, un enfoque
cognitivo-constructivista y uno social; ninguno de forma determinante. Es
decir, las docentes encuentran diversas explicaciones al surgimiento de este
tipo de conductas, y no una definitiva.
Por un
lado, el enfoque conductual se evidencia cuando sugieren que los NN imitan
conductas observadas en casa. Emplean términos como “esponjas” para referirse a
la forma en que incorporan conductas sin mayor reflexión y luego las reproducen
en el aula de clase. Frente a estas nociones, se habla de una respuesta por
parte del docente cuyo fin es “corregir”. Por otro lado, un enfoque de
tendencia cognitivo-constructivista se aprecia cuando las docentes hacen
referencia a las etapas evolutivas y el tipo de reflexiones que pueden realizar
los NN acorde a su edad.
Asimismo,
en otros momentos el diálogo transita por una mirada más social. Las docentes
rescatan la importancia de la familia, las relaciones y formas de comunicación
en su interior e incluso el acceso que los NN pueden tener a un acompañamiento
profesional. Aseguran que los recursos y capacidades estatales limitadas
representan un obstáculo más para la respuesta ante casos que presentan
conductas complejas.
Para
finalizar, es importante resaltar que en el camino se encontraron fragmentos de
discurso que denotaban la búsqueda de respuestas, pero, a su vez, poca claridad
en asuntos del desarrollo, como se presenta a continuación:
(…) biológico porque el niño viene con una
predisposición, sin ser un sello. Los niños nacen con una predisposición cuando
no han tenido una estimulación uterina, cuando no han sido planificados,
alimentación, cuando el niño se siente rechazado.
Si bien
este tipo de declaraciones imprecisas no fueron frecuentes, sí permiten develar
cierta confusión en la búsqueda de respuestas y explicaciones a los motivos por
los que estas conductas surgen en la primera infancia.
CONCLUSIONES
El análisis de las conductas disruptivas presentadas en los niños y niñas de 4 y
5 años, e identificadas a través de un
proceso de observación, entrevistas y discusiones grupales, condujo al
establecimiento de relaciones entre la presencia frecuente e intensa de
conductas disruptivas y los estilos y prácticas de crianza, sobre todo en lo
que concierne a la Educación inicial.
Si bien las causas de las conductas
disruptivas pueden variar según la edad, en la primera infancia pueden ser
explicadas, en gran medida, a partir de las dinámicas y relaciones familiares.
Las conductas
disruptivas además develan -a la vez que perpetúan- cierta inmadurez marcada
por la baja capacidad para: la regulación emocional, la tolerancia a la
frustración y el autocontrol.
Por otro lado, el
enfoque de la disciplina positiva ha permitido caracterizar las percepciones y
prácticas docentes, identificando una tendencia hacia un enfoque más respetuoso
y empático. Sin embargo, las explicaciones y formas de abordaje que las
docentes desarrollan frente a las conductas problemáticas aún transitan entre
enfoques conductistas (corregir la conducta), cognitivos-constructivistas
(aprender y desaprender las conductas), sociales (identificar factores sociales
que ocasionan las conductas).
Frente a este
complejo escenario, surge la pregunta ¿Qué hacer desde la educación? A lo que
respondemos: abordar las conductas de manera preventiva y paliativa.
Por un lado, es
necesario prevenir que los NN se vean envueltos en esta situación orientando a
las familias sobre la crianza y manteniendo un sistema conjunto de normas y
límites en los distintos entornos.
Por otro lado, cuando estas conductas
empiezan a surgir en algún caso, deben ser atendidas a la brevedad con el fin
de minimizar su impacto. Se debe mencionar además que otros estudios han
propuesto estrategias más allá del aula como: la organización del aula, del
currículo o el fortalecimiento de capacidades de las y los docentes. Estos
aspectos, más relacionados a la gestión educativa, no fueron tomados en
consideración por las docentes.
Finalmente, el
estudio cumplió su objetivo al analizar de manera profunda las conductas, a
partir de nociones y experiencias docentes y su coincidencia con los postulados
de la disciplina positiva.
A nivel metodológico,
se reafirma la importancia de la mirada cualitativa para el análisis de las
reflexiones, así como el uso de diversas técnicas que posibiliten la
triangulación de resultados para una mayor validez y confiabilidad de los mismos.
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