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ISSN: 2600-6030
Vol. 8. Núm. 1 (ene - jul. 2025)
Revista Científica SAPIENTIAE.
GESTIÓN DEL CAPITAL MORAL: UNA EXPERIENCIA
INVESTIGATIVA HUMANITARIA DE LOS ESTUDIANTES DE
MEDICINA
Nuri Yahel Briones Palacios
Universidad Católica de Cuenca
nuriyahel2004@gmail.com
https://orcid.org/0009-0005-4641-7543
Gladys Lisseth Vivanco Pulla
Universidad Católica de Cuenca
gladyslisssss@gmail.com
https://orcid.org/0009-0006-0783-4026
Autor para correspondencia: nuriyahel2004@gmail.com
Recibido: 29/11/2024 Aceptado: 02/12/2024 Publicado: 25/01/2025
RESUMEN
La salud es una prioridad en todas las agendas gubernamentales. Por ello, buena
parte de los presupuestos nacionales son invertidos en salud. Actualmente,
versiones vanguardistas se refieren al “capital salud”, como el bien más preciado
y requisito sine qua non del desarrollo integral de los países. Las donaciones de
sangre constituyen acciones altruistas y loables en el campo de la medicina,
salvando vidas y mejorando la salud de enfermos y víctimas de accidentes. La Cruz
Roja Internacional es la institución abanderada de esta noble causa, la cual tiene
sede en el Ecuador. El objetivo general fue determinar la gestión del capital moral
en una experiencia investigativa humanitaria, de los estudiantes de medicina de
la Universidad Católica de Cuenca-Ecuador. Los métodos fueron cualitativos,
basados en la investigación documental, observación directa y el método
fenomenológico. El resultado principal, fue que la población ecuatoriana aun
exhibe resistencia a donar sangre de forma voluntaria, producto de mitos, de una
legislación ambigua y poco clara, al igual que del desconocimiento en torno a estas
labores. La conclusión es que existe una débil “gestión del capital moral”,
traducida en un frágil sentido humanitario y de solidaridad, incidiendo en un
déficit de reservas de pintas de sangre.
Palabras clave: Gestión del capital moral, capital salud, solidaridad, donación de
sangre, Ecuador.
MORAL CAPITAL MAGNAGEMENT: A HUMANITARIAN
RESEARCH EXPERIENCE OF MEDICAL STUDENTS
ABSTRACT
Health is a priority on all government agendas. For this reason, a good part of
national budgets is invested in health. Currently, avant-garde versions refer to
“health capital” as the most precious asset and a sine qua non requirement for the
integral development of countries. Blood donations constitute altruistic and
praiseworthy actions in the field of medicine, saving lives and improving the health
of patients and victims of accidents. The International Red Cross is the abandoned
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institution of this noble cause, which is based in Ecuador. The general objective
was to determine the management of moral capital in a humanitarian research
experience, of medical students from the Catholic University of Cuenca-Ecuador.
The methods were qualitative, based on documentary research, direct observation
and the phenomenological method. The main result was that the Ecuadorian
population still exhibits resistance to donate blood voluntarily, due to myths,
ambiguous and unclear legislation, as well as lack of knowledge about these tasks.
The conclusion is that there is a weak “management of moral capital”, translated
into a fragile humanitarian and solidarity sense, affecting a shortage of blood
reserves.
Keywords: Management of moral capital, health capital, solidarity, blood
donation, Ecuador.
INTRODUCCIÓN
Vivimos en el contexto de un mundo complejo, caótico y convulsionado, a menudo
signado por valores en donde los aspectos económicos, políticos y tecnológicos han
cobrado un protagonismo inédito, muy por encima de los temas relacionados con
acciones humanitarias, en los que la moral está involucrada. Pues es sabido que
“El atributo que permite a una comunidad obrar bien es un capital de indudable
pero desdeñado valor, el moral” (ForumLibertas.com.Editorial, 2015). Por tal
razón, en un área tan vulnerable como vital para la vida como es la salud, la moral
y la necesidad de capitalizarla merece un tratamiento diferenciado.
Es por esto, que en la actualidad las versiones más vanguardistas en materia de
salud pública han hecho referencia a la importancia de promover el “capital
salud”, pues este activo social, consiste en el baluarte más importante de un
territorio y sus habitantes, imprescindible para su desarrollo económico y
bienestar social integral (Collin & Weil, 2019; Roder et al., 2019). Debido a esto
“las inversiones en salud permiten contar con una fuerza de trabajo productiva
que transmite los beneficios de una generación a otra” (Roder et al., 2019, pp. 1).
Tales argumentos, residen en la convicción que solo una población sana es capaz
de transferir su energía y su fuerza creadora, a las actividades económicas
desempeñadas. Sin embargo, en países no desarrollados como el Ecuador tanto las
inversiones en salud pública, como los organismos proveedores de dichos servicios,
aun representan una asignatura pendiente, pues los presupuestos, el personal
médico y paramédico, los centros de salud, los insumos, materiales y tecnologías
continúan siendo insuficientes para atender las distintas necesidades de los
ecuatorianos.
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Una prueba de lo anterior es que la pasada pandemia del Covid 19, constituyó para
el sistema sanitario de Ecuador, una circunstancia de dimensiones catastróficas
apenas manejable, dejando no solo secuelas importantes, sino poniendo al
descubierto la fragilidad del sector salud ecuatoriano, así como, evidenciado la
primacía de intereses económicos y de relaciones de poder global, con alcance a
todas las naciones incluyendo al Ecuador. País este, en donde a raíz de este evento,
emergieron diversas tramas de corrupción en el ámbito de la salud pública (García,
2021), acciones estas reñidas con los valores morales desde todo punto de vista.
En estas circunstancias, la medicina y las ciencias de la salud en general, en lugar
de constituir herramientas proveedoras de salud, adquirieron el semblante de
negocio lucrativo, tanto para laboratorios, empresas farmacéuticas extranjeras y
nacionales, para profesionales de la medicina, como para individualidades, las
cuales sacaron provecho económico y material de esta circunstancia sanitaria,
relegando al aspecto moral y humano al último lugar y al total olvido.
Por otro lado, las nuevas tecnologías convergentes y disruptivas, parecen dominar
en la actualidad todas las escenas del quehacer humano (Mercado et al., 2022),
con lo cual la generación de soluciones tecnológicas como la inteligencia artificial
(IA), la nanotecnología, la impresión 3D, incluyendo la impresión de órganos vitales
para el funcionamiento del cuerpo humano, no representa una realidad tan lejana
en un mundo liderado por los cambios introducidos por las industrias 4.0 y 5.0
(Schwab, 2016), relegando y eclipsando aún más la esencia humana inmanente en
una profesión como la medicina, así como, en las ciencias de la salud en general.
La IA pese a sus indiscutibles virtudes, está sustituyendo de manera avasallante a
la creatividad y al necesario desarrollo integral de los individuos, por cuanto en
estas tecnologías se invisibilizan los valores morales. La facilidad proporcionada
en la realización de diversas tareas, que antes exigían denodados esfuerzos
humanos conducentes a despertar el espíritu creativo, inmerso en importantes
innovaciones tanto radicales como incrementales (Schumpeter, 1978) en el campo
de la salud, tenían como norte la búsqueda de la mejora de toda condición de vida
del ser humano, en cualquiera de sus aspectos.
De igual forma, los problemas ambientales se encuentran a la orden del día,
manifestándose como una realidad cada vez más opresiva y preocupante, pues el
objetivo de incrementar los beneficios económicos, supera con creces los valores
morales y éticos que subyacen en la gestión del ambiente. La grave afectación de
los ecosistemas, los cuales por sí solos no tienen capacidad de recuperación ante
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las constantes agresiones de origen antropogénico, han tornado irreversibles los
daños ocasionados tanto a reservorios naturales de agua, suelos, aire, como a las
distintas especies, de las cuales, la humana es solo una de ellas.
Estos problemas ambientales, impactan negativamente sobre la salud de todos los
seres vivos, convirtiéndolos en organismos biológicamente susceptibles y
vulnerables ante las amenazas ambientales. Pese al ostensible aumento de la
morbilidad y la mortalidad, producto de la afectación ambiental, la poca
capacidad resolutiva de los centros de salud, las precarias medidas preventivas de
enfermedades y las escasas políticas de resarcimiento a los daños ocasionados,
constituyen la pauta y la rutina natural del diario vivir en la gran mayoría de los
países, ante la mirada impotente e indiferente de los gobiernos.
De todo este poco optimista panorama se desprende, que la moral no parece estar
de moda, y menos aún lo está, su posibilidad de capitalización a favor del bien
humano, pues permanece excluida de las políticas gubernamentales y de las
estructuras organizacionales tanto públicas como privadas. El débil interés en
estos temas, se evidencia en que muy pocos líderes políticos y empresariales, fuera
de su instrumentalización formal como estrategia empresarial a fin de crear una
buena imagen corporativa, exhiben la inclusión de los valores morales en sus
agendas como un tema prioritario, los cuales es menester diseminar y reforzar
frecuentemente en todas las personas, por cuanto se cree fervientemente que “el
agotamiento del capital moral puede ser más costoso que el agotamiento del
capital físico" (Hirsch citado por ForumLibertas.com.Editorial, 2015, pp. 2).
Es así como, pueden verse en distintas organizaciones la consideración de diversos
aspectos organizacionales a fin de hacerlas más eficientes, mejorar los niveles de
productividad y competitividad, así como, escasos esfuerzos por gestionar la
calidad, tanto en las tareas productivas como en las de servicio, pero pocas
consideran en sus estructuras organizacionales el gestionar al capital moral, como
base de la toma de decisiones medulares de sus actividades. Los comités de
Bioética a menudo no representan grupos humanos relevantes a fin de gestionar el
conocimiento en materia de valores morales, e implementar la gestión del capital
moral como el punto de partida de las estrategias empresariales privadas o
públicas.
Por su parte, Ecuador es un país con niveles de inseguridad relevantes, basta echar
una mirada a las cifras de hechos de violencia, los cuales representan la
cotidianidad del ecuatoriano, dejando saldos importantes de personas heridas y
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fallecidas. Estadísticas confiables revelan que “Entre el 1 de enero y el 30 de junio
de 2024, Ecuador registró un total de 3,036 homicidios, lo que representa una
reducción de 585 casos en comparación con el mismo período de 2023”
(Observatorio Ecuatoriano de Crimen Organizado (OECO) 2024, pp. 15).
Sin embargo, de acuerdo con voceros calificados del citado organismo: “…esta cifra
sigue siendo significativamente superior a la de 2022, cuando se registraron 2,128
homicidios en el mismo período” (OECO, 2024, pp. 15). Y en relación con Azuay
(provincia sede de la universidad mencionada) el OECO (2024) señala que esta es
una de las provincias que, en 2024, ha experimentado el mayor incremento en su
tasa de homicidios en comparación con el 2022.
Asimismo, el volumen de accidentes es notorio, tal como lo refleja el Instituto
Nacional de Estadísticas y Censos (INEC) (2024, pp. 6) según el cual “En el segundo
trimestre del año 2024, se registraron 5.413 siniestros de tránsito, cifra que
representa un aumento de 8,37% con respecto al segundo trimestre del año
anterior”, lo cual incide en que la frecuencia con la que se producen todos estos
hechos (homicidios y accidentes), han ejecutado sobre el sector sanitario público
y en la medicina ecuatoriana en general, fuertes demandas de insumos, materiales
y servicios indispensables a fin de restituir la salud de las víctimas de estos
episodios.
Entre estos insumos, las donaciones de sangre emergen como un servicio de
solidaridad de una importancia capital, por ello, instituciones como la Cruz Roja
internacional, han surgido de la necesidad de proveer de manera sostenida esta
actividad tan trascendental, como son las donaciones de sangre, lo cual ha
contribuido a salvar vidas en todo el mundo, y que a su vez tiene su sede en todos
los países, incluyendo en el Ecuador.
Por ello, el presente trabajo tuvo como objetivo general: “determinar la gestión
del capital moral como experiencia investigativa humanitaria, de los estudiantes
de medicina de la Universidad Católica de Cuenca de Ecuador”. Esta inquietud por
determinar la importancia de la moral y su necesaria gestión y capitalización, así
como, todo lo que esto conlleva, es producto de la iniciativa de los estudiantes de
la cátedra de anatomía, de la escuela de medicina de la citada universidad.
Iniciativa esta, movida por el espíritu investigativo, humanitario y solidario, los
cuales deben prevalecer en el actual y futuro profesional de la medicina, quien
amerita ser educado no solo en el conocimiento profundo de esta disciplina, sino,
ser formado de una manera integral acorde a valores morales y humanos.
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Inspirados en estas problemáticas de dimensiones humanas y humanitarias
transcendentales, fue planeada una actividad de concientización auspiciada por la
Universidad Católica de Cuenca-Azuay, la cual consistió en una campaña para
promover la donación de sangre, titulada “Dona Sangre. Ser un héroe está en tu
sangre”, realizada el 19 de julio de 2024, juntamente con la Cruz Roja Ecuatoriana,
para la cual se emplearon diversos medios de difusión, con miras a sensibilizar y
motivar a los ecuatorianos residentes en la zona a participar en dicha actividad.
La meta a la cual aspiró esta campaña fue la recolección de 2.000 pintas de sangre
al mes, como parte del reservorio preventivo ante cualquier contingencia o
tratamiento prolongado.
No obstante, como consecuencia de la evolución de la misma, surgió el interés en
el grupo de estudiantes por indagar y determinar, el grado en que es promovido el
capital moral, a partir de una adecuada gestión institucional universitaria, como
aquel ámbito tan esencial para la vida de todas las especies del planeta, y, ante
el generalizado déficit existente de este capital, no solo en las instituciones
ecuatorianas sino en la sociedad en general y en el mundo.
Gestión del capital moral
La noción de capital moral es reciente, pero las deliberaciones acerca del concepto
de la moral son muy antiguas, siendo circunscritas tradicionalmente al ámbito de
la filosofía, la ética, la teología, la sociología y otras disciplinas conexas. La moral
como concepto, puede ser remitido al filósofo griego Aristóteles, quién crea todo
un tratado sobre la ética, hace más de tres siglos antes de Cristo.
Posteriormente, se han creado subdisciplinas como la bioética, ética empresarial,
la ética tecnológica, ética ambiental y otras, las cuales de alguna manera recogen
los valores morales (el bien, lo bueno, la bondad) como principios inmanentes y
rectores de la vida humana. “El capital moral se puede conceptualizar como el
conjunto de valores éticos y principios que guían el comportamiento de una
organización y sus empleados. Está íntimamente relacionado con la integridad, la
honestidad, la equidad y la responsabilidad social” (Credilinea, 2024, pp. 1) y otros
valores. Otra definición apunta a que:
El capital moral es la concepción que posee una comunidad, que transmite a sus
miembros por medio de la tradición y la práctica, y que la dota de la capacidad
para lograr sus fines de bienestar. No todo capital moral conduce al bienestar,
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pero sin duda su ausencia determina la incapacidad para lograrlo. El capital moral
actúa mediante el capital social y el capital humano de los que forma parte, y
constituye el sistema de valores y virtudes que facilita la consecución del bien
común. (ForumLibertas.com.Editorial, 2015, pp. 1).
El concepto de capital moral y su práctica activa han despertado gran interés sobre
todo en el ámbito comunitario y en organizaciones de todo tipo, con lo cual,
también es un tema medular rastreado en los últimos tiempos, en las instituciones
públicas y privadas dedicadas a la provisión de salud. En la actualidad, a pesar de
no encontrarse muy difundida esta idea y pese a su carácter inmaterial, la moral
constituye un bien capitalizable en cualquier tipo de escenario y organización.
De acuerdo con Wilkis (2014), el capital moral busca revalorizar a las virtudes
morales como sus propiedades y su expresión más genuinas. Por tanto, de esta
definición se desprende que la moral en efecto puede ser capitalizada, por cuanto
las virtudes morales que le componen son exaltadas, rescatadas y recuperadas de
la insignificancia y la ineficiencia (Wilkis, 2014) tradicionalmente conferidas, en
ambientes organizacionales y sociales que como el actual, muestran una gran
voracidad competitiva y tóxicas relaciones de poder, promotoras del egocentrismo
y otros antivalores.
No obstante, como un bien intangible de poderosas connotaciones para la
existencia, el capital moral también puede ser gestionado con miras a incrementar
su creación y uso. La gestión, como una práctica deliberada y organizada, procura
impulsar acciones, sistematizar espacios y tiempos para que el capital moral
aflore. Pero este, lejos de sufrir un desgaste o depreciarse, tal como ocurre con
otros tipos de capital, se acrecienta por efecto de su acumulación y uso creativo,
cotidiano y continuado, pues las virtudes morales mientras más sean practicadas
más solidez alcanzan. Los locus privilegiados del nacimiento y desarrollo del
capital moral son: la familia y la escuela. Sin embargo, las organizaciones
constituyen lugares obligados para su refuerzo constante.
La donación de sangre: capitalizar la solidaridad versus el individualismo
En la República de Ecuador es la Cruz Roja Ecuatoriana, quien mayormente se
encarga de este servicio a través de su Banco de Sangre, el cual desempeña un rol
crucial en el sistema de salud nacional. De acuerdo con La Hora (2023, pp. 1) “esta
institución humanitaria es responsable del 70% de la demanda de sangre en el país,
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garantizando el abastecimiento a hospitales tanto públicos como privados, y
salvando o mejorando innumerables vidas en el proceso”.
La Cruz Roja Ecuatoriana, afronta constantemente el desafío de mantener
operativo y eficiente el reservorio de sangre, mediante un buen margen de
existencia de este importante suministro, y por esto, es vital generar estrategias
efectivas a fin de captar donantes voluntarios, apelando a valores como el
altruismo y la solidaridad de la comunidad (La Hora, 2023).
De acuerdo con datos proporcionados por la Cruz Roja Ecuatoriana (2020), en su
informe de gestión para el citado año, se recolectaron 157.674 pintas de sangre y
según el Informe de Gestión del 2021 de esta institución, se recolectaron 40.162
pintas de sangre, lo cual refleja un importante descenso en las donaciones.
Razón por la cual, resulta imperativo ante los requerimientos de la población
ecuatoriana, contar con un seguro abastecimiento de sangre, al igual que,
promover una buena educación en torno a las transfusiones sanguíneas, basada en
un conocimiento certero de tales prácticas, así como, es necesario sensibilizar al
ciudadano ecuatoriano apto para donar sangre, en la adquisición del valor de la
solidaridad. Pues es preciso tener en cuenta que:
Una donación de sangre salva hasta 3 vidas, la sangre es una medicina esencial,
para la que no hay alternativa, hay que asegurar el mantenimiento de las reservas
sanguíneas, pues la sangre que ya está almacenada es la que salva vidas, la
donación de sangre es segura. (Cruz Roja Española, 2019, pp. 1).
Tal como lo afirman personeros de la citada institución, ser donantes es
equiparable a ser “héroes y heroínas de la vida diaria, ser donante es ser una
persona altruista, comprometida, optimista y vital. Ser donante es una filosofía de
vida que #dicemuchodeti” (Cruz Roja Española, 2019, pp. 1). Por tal razón, la
donación voluntaria de sangre requiere del cultivo frecuente de un espíritu de
solidaridad. Por ello es preciso:
Reivindicar la idea de solidaridad en el ámbito de la salud pública, dominado hasta
ahora por valores y principios excesivamente individualistas y centrados en la
defensa de la beneficencia y la libertad individual. La solidaridad es un valor social
por excelencia que nos recuerda que la salud pública es un asunto comunitario
antes que individualista. (Puyol, 2017, pp. 45-46).
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De esta forma, la solidaridad es cónsona con ciertos valores morales y normas, que
buscan propiciar la actuación de los sujetos en función de otros, y de la
colectividad en general, en contraposición al egoísmo e individualismo (Benítez,
2017). Pero la solidaridad se encuentra enlazada a otro valor, tal como es la
“compasión” ante el dolor y el sufrimiento de otros, vale decir, involucra el
reconocimiento de los semejantes. Consiste en desarrollar la empatía con las
necesidades y problemas de los demás, además, también está vinculada al valor
de la cooperación como actitud y acción desinteresada. Todas estas virtudes
morales cuando son ejercidas con frecuencia nutren y fortalecen al capital moral
de una sociedad, de una organización o de una profesión como es la medicina.
Por su parte, es importante proporcionar una adecuada instrucción a los donantes
acerca de los aspectos que rodean a las transfusiones de sangre, indicando además
de forma clara y concisa sus derechos y deberes, cuando adquieren el compromiso
de donar. A manera de síntesis se expone en el siguiente cuadro, los derechos y
deberes de los ciudadanos ecuatorianos con relación a la donación de sangre.
Tabla 1. Derechos y deberes de los donantes de sangre
Derechos
Deberes
Ser informado previamente por escrito de las
exigencias o condiciones médico-legales en
vigor y al reconocimiento médico consiguiente.
Aceptar los condicionantes médico-legales en
vigor, por lo que informará verazmente sobre
su estado de salud.
No ser rechazado en su voluntad de donar
sangre por motivos distintos a los
condicionantes antes dichos.
Atender y cumplir las indicaciones médicas
recibidas antes, durante y después del acto de
la donación.
Disfrutar de una cobertura que alcance riesgos
y accidentes sobrevenidos con motivo de la
donación, incluido los desplazamientos, que
consistirá en una compensación en relación con
los gastos o daños sufridos eventualmente por
el donante.
Divulgar la trascendencia y significación, tanto
sanitaria como social, del acto de la donación
de sangre altruista.
Formar parte de la asociación de donantes, y a
disponer de una credencial que acredite tal
condición.
Aceptar el compromiso de gratuidad y
altruismo.
Disponer de puntual información estadística, a
través de su asociación, sobre el uso y destino
de su sangre por parte de la administración, ya
que no renuncia a la propiedad de su sangre
hasta que, de forma total o fraccionada, se
transfunda al enfermo con las garantías éticas
y formales.
Renunciar a conocer al receptor de su donación
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METODOLOGÍA
Tal como se expresó en líneas anteriores, el presente trabajo fue producto de una
investigación libre de corta duración, producto de la iniciativa de los estudiantes
de la escuela de medicina, de la antes referida universidad. La ruta metodológica
empleada fue cualitativa y mixta, basada, por un lado, en el método de
investigación documental sobre textos, artículos de revistas científicas, notas de
prensa y artículos de opinión, tanto impresos como vía on line, así como, revisión
de estadísticas y sitios web, seleccionando cuidadosamente, solo los que más se
ajustaran al objetivo de la presente investigación.
Por otro lado, en este estudio se consideró incluir una leve inferencia del método
de investigación fenomenológico, a fin de aprovechar el espacio y tiempo,
destinado a efectuar la campaña de concientización antes mencionada. El método
fenomenológico hace énfasis en las perspectivas de los participantes, así como,
explora, describe y comprende los factores en común entre los individuos
abordados en la investigación, de acuerdo con sus vivencias y experiencias frente
a un determinado fenómeno, en este caso: la donación de sangre.
Estas experiencias, se pueden manifestar en sentimientos, emociones,
razonamientos, visiones, percepciones, felicidad, ira, pena, dolor, determinación,
tranquilidad y muchas más (Hernández et al., 2014). La fenomenología, “puede
abarcar cuestiones excepcionales, pero también rutinarias y cotidianas”
(Hernández et al., 2014, p. 493).
Ello involucró realizar una actividad de campo, pues el citado evento constituyó
un escenario propicio para realizar breves entrevistas abiertas con selección de
personas al azar, a fin de abordar las distintas perspectivas con relación al tema
de las donaciones de sangre, con las cuales se estableció un contacto cercano,
lográndose un intercambio de opiniones, las cuales fueron grabadas en audios y
videos, registradas en fotografías y a través de notas escritas en libretas y
cuadernos. Pero, sobre todo, permitió desplegar una jornada de sensibilización y
concienciación acerca de la importancia de donar sangre.
Asimismo, se hizo empleo de la observación atenta y despierta del comportamiento
de los asistentes, así como, se lograron captar las opiniones emitidas de forma
espontánea en conversaciones informales, capturando expresiones, gestos y
reacciones tanto de donantes de sangre, de personas potencialmente aptos para
donar y asistentes en general a la mencionada campaña.
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RESULTADOS Y DISCUSIÓN
El principal resultado fue que, la población ecuatoriana aun exhibe resistencia a
donar sangre de forma voluntaria, producto de mitos, de una normativa ambigua
y poco clara, al igual que del desconocimiento en torno a estas labores. Así es
como, producto de las interacciones establecidas, entre el grupo de estudiantes
de medicina, adscritos a la presente investigación, con las personas asistentes a la
actividad citada en líneas anteriores, se pudo determinar que muchas creencias
erróneas se han tejido, en torno a las transfusiones de sangre, derivadas del
desconocimiento acerca de los métodos empleados, sus alcances y los efectos tras
realizar esta noble y humanitaria acción.
Pues a menudo, se observaron en las personas asistentes, opiniones contradictorias
surgidas de la difusión de diferentes argumentos en torno a las posibilidades de
donar sangre. Así, por ejemplo, existe la creencia común que las personas con
tatuajes y piercings no pueden donar. Sin embargo, esto representa una falsa idea,
pues de acuerdo con las reglamentaciones en la materia de la Cruz Roja
Ecuatoriana, se prescribe que personas con estas características pueden donar
cada doce meses.
Mientras que la Cruz Roja Española estima, que solo es preciso aguardar por cuatro
meses, para que las personas en la citada condición puedan volver a donar.
Igualmente, el mencionado organismo aconseja esperar hasta dos meses para
volver a donar, si una persona ya ha sido donante, mientras que en las
reglamentaciones de la Cruz Roja Ecuatoriana se contempla una espera de cuatro
meses entre donación y donación.
Estas ambigüedades y otras ideas poco ciertas, inmersas en las informaciones y en
las creencias manejadas por el ciudadano común, tienden a confundir y a
predisponer en contra de la voluntad de ser donantes, pues dichas informaciones
usualmente se centran en los riesgos y peligros para la salud que representa esta
práctica, creando dudas sobre la seguridad de las transfusiones, generando
reservas, sembrando temor en las personas, y, operando como fuertes
desincentivos que terminan con las mejores intenciones, llevando a posibles
candidatos a cohibirse y desistir de donar sangre.
CONCLUSIONES
Como conclusiones más importantes, resaltan: que existe una débil “gestión del
capital moral”, traducida en un frágil sentido humanitario y de solidaridad,
agravado por una buena dosis de desconocimiento acerca de los métodos, la
conveniencia, a la par que, existen falsas creencias con relación a la seguridad
implicada, en la noble tarea de donar sangre. Todo ello, producto de la escasa
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solidaridad y el precario sentido de la compasión aun presentes, las cuales
constituyen virtudes y valores morales integrantes del capital moral de una
sociedad, que lucha por sobrevivir en un mundo signado por la constante búsqueda
de dinero, una feroz competitividad, la indiferencia institucionalizada y la
individualidad como norte de sus acciones.
Ecuador, muestra altos índices de selectividad, de personas con ciertas patologías,
frecuentes y distintas situaciones de accidentes y heridos en general. Sin embargo,
este país no dispone en la actualidad de suficientes reservas de sangre, lo cual
conduce a que el Banco de Sangre Ecuatoriano, exhiba como institución una
situación deficitaria en cuanto a este importante insumo, colocándolo en una frágil
posición ante la demanda de pintas de sangre, y, generando una continuada
escasez de esta, frente a una población en aumento y con crecientes demandas.
Como consecuencia, muchas personas fallecen diariamente, así como, otras
desmejoran su condición de salud debido a la carencia y/o escases de este insumo.
Es entonces, que la “gestión del capital moral como práctica deliberada,
organizada y frecuente es poco ensayada, toda vez que una buena gestión del
capital moral en instituciones y organizaciones diversas, implica la ejecución de
reiteradas y dinámicas estrategias en donde los valores morales, tales como: la
empatía, la solidaridad, la compasión, el bien y la cooperación, entre otros, son
practicados activamente y frecuentemente como algo cotidiano, acrecentándose
y acumulándose como parte de la riqueza y la cultura moral, espiritual y nacional
de un país.
Por su parte, actividades meritorias como la campaña “Dona Sangre. Ser un héroe
está en tu sangre” y otras, representan espacios temporales idóneos a fin de
desterrar mitos y falsas creencias, proveer buena educación en materia de
donaciones de sangre, a la par que, constituyen locus ideales para la propagación
de los valores morales que integran al capital moral de una nación como el
Ecuador, entre otras.
Además, su importancia reside, entre otros aspectos, en que representan
actividades generadoras de veloces y eficientes impactos cara a cara, a favor del
cambio de actitud en las personas a partir de encuentros directos, sinceros,
basados en el estrechamiento de lazos con la ciudadanía, lo cual conlleva a la
modificación de sus creencias y a la persuasión de sus conductas, así como, las de
sus familias, en virtud de convertirse estas personas en replicadores de
información veraz.
De igual modo, la presencia y participación entusiasta de estudiantes de medicina
como voceros a favor de las donaciones de sangre, confiere un rango importante
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de credibilidad en los mensajes transmitidos, generando mayor confianza en los
asistentes, por cuanto la información recibida por los asistentes a estos eventos
proviene de personas instruidas y calificadas en la temática.
No obstante, la creación y potenciación de valores como la solidaridad, entre
otros, deben ser sembrados profundamente, no solo en jornadas o actividades
eventuales o circunstanciales, por demás meritorias, sino de manera permanente
en los individuos, formándolos en estos valores desde tempranas edades, siendo
los ámbitos de la familia y la escuela los espacios privilegiados para la cultivo fértil
de los valores y virtudes morales, tan necesarios para una existencia digna, plena
y respetuosa de todas las especies que habitan este planeta.
Finalmente, se cree firmemente en las bondades de acciones y prácticas, como lo
es la “capitalización de la solidaridad” en Ecuador, como valor moral
imprescindible, la cual constituye una estrategia dinámica de la gestión del capital
moral, a fin de convertir a la solidaridad en un potente activo inmaterial, capaz
de movilizar acciones altruistas como lo es la donación voluntaria y espontanea de
donar sangre, a la par que, puede convertirse en un fuerte detonante del desarrollo
económico y el bienestar social del territorio ecuatoriano y sus habitantes,
sustentados en un robusto “capital salud”.
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