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Vol. 8. Núm. 16 (ene - jul. 2025)
Revista Científica SAPIENTIAE.
PERSPECTIVAS Y PRÁCTICAS PEDAGÓGICAS DE INCLUSIÓN
EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR
Flor María Calero Guevara
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí
flor.calero@uleam.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-1213-6250
Pedro Jacinto Quijije Anchundia
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí
pedro.quijije@uleam.edu.ec
https://orcid.org/0000-0003-1014-2021
Marissa Guevara Cañizares
Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí
marissa.guevara@uleam.edu.ec
https://orcid.org/0009-0005-7650-1797
Autor para correspondencia: flor.calero@uleam.edu.ec
Recibido: 29/11/2024 Aceptado: 2/12/2024 Publicado: 25/01/2025
RESUMEN
Con el objetivo de fortalecer la comprensión de la inclusión en la Educación
Superior, se ha propuesto el presente estudio donde se dialogará con teóricos como
Ainscow, Booth, Slavin y Fajardo. Quienes con sus postulados permiten conocer
más la inclusión en la educación, la perspectiva inclusiva, las prácticas pedagógicas
inclusivas, los desafíos y barreras. En la metodología se consideró el grupo focal
que se conformó por cuatro docentes, 3 estudiantes de la IES y 3 discentes con
necesidades educativas especiales. Por lo tanto, tener varias miradas de las
perspectivas y prácticas pedagógicas de inclusión en la Educación Superior. Para
finalmente concluir en que la inclusión educativa beneficia tanto a estudiantes con
capacidades especiales como a estudiantes regulares, promoviendo valores como
la empatía, el respeto y la colaboración. A pesar de los desafíos, los docentes se
muestran comprometidos en buscar soluciones a través de estrategias pedagógicas
como la adaptación curricular y el uso de tecnologías inclusivas. Finalmente, se
destaca la necesidad de políticas institucionales claras, recursos accesibles y
formación continua para garantizar la sostenibilidad de la inclusión educativa.
Palabras clave: inclusión educativa, perspectivas educativas, prácticas
pedagógicas educativas.
PERSPECTIVES AND PEDAGOGICAL PRACTICES OF
INCLUSION IN HIGHER EDUCATION
ABSTRACT
With the aim of advancing the understanding of inclusion in Higher Education, this
study was proposed to engage in dialogue with theorists such as Ainscow, Booth,
Slavin, and Fajardo. Whom, with their contributions provide deeper insights into
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educational inclusion, inclusive perspectives, inclusive pedagogical practices, and
the challenges and barriers involved. The methodology included a focus group
consisting of four teachers, three regular students from the Higher Education
Institution, and three students with special educational needs. This approach
allowed for multiple perspectives on inclusive pedagogical practices and
viewpoints in Higher Education. To finally conclude that educational inclusion
benefits both students with special needs and regular students, promoting values
such as empathy, respect, and collaboration. Despite existing challenges, teachers
demonstrate a strong commitment to finding solutions through pedagogical
strategies such as curricular adaptations and the use of inclusive technologies.
Finally, the study highlights the importance of clear institutional policies,
accessible resources, and ongoing training to ensure the sustainability of
educational inclusion.
Keywords: educational inclusion, educational perspectives, educational
pedagogical practices.
INTRODUCCIÓN
Con el objetivo de fortalecer la comprensión de la inclusión en la Educación
Superior; hablar de inclusión es referir la empatía, solidaridad, acompañamiento,
equidad y un sinnúmero de valores que sensibilizan al ser humano. Por esto, en el
presente trabajo se ha considerado pertinente desagregar el tema analizando las
fundamentaciones relacionadas con la Inclusión Educativa, Perspectivas Inclusivas
y Prácticas Pedagógicas Inclusivas:
Inclusión Educativa
La inclusión se formula como solución al problema de la exclusión(Valarezo,
Sánchez, & Aldeán, 2022, pág. 36), la educación superior ha ganado cada vez más
relevancia en el mundo académico y político como respuesta a las demandas
sociales de una educación más equitativa y accesible. Para comprender mejor esta
temática se abordaron las perspectivas conceptuales, los enfoques pedagógicos y
las prácticas que promueven la inclusión en las instituciones de educación
superior.
La inclusión según la definición de (Ainscow, 2005) "es un proceso de reforma que
busca eliminar las barreras que limitan la presencia, participación y logros de todos
los estudiantes en el sistema educativo”. Esto implica que las instituciones
educativas deberán estar suficientemente preparadas para responder de la mejor
manera a la diversidad de necesidades de sus estudiantes.
Además, exige de una formación amplia, humanista, que permita crear un estado
superior en la práctica pedagógica y didáctica (Maqueira, Iglesias, Martínez, &
Velasteguí, 2023, pág. 214). Las instituciones deben cumplir con capacitaciones
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para que los docentes sean competentes en cada clase, complementar la práctica
educativa sin realizar distinciones o enmarcar a los jóvenes.
En este contexto, la inclusión en la educación superior debería garantizar que
todos los estudiantes, sin importar sus características individuales o sociales,
tengan igualdad de oportunidades para participar y aprender en un entorno
equitativo. Por lo cual, la inclusión representa una condición crítica y
transformación de los sistemas y estructuras escolares para que no solo acojan la
diversidad; sino, que la valoren y promuevan preventivamente en todos los
aspectos del entorno educativo (Slee, 2012, págs. 152-153).
En este marco, la inclusión no se limita únicamente a la accesibilidad física o a la
adaptación curricular; abarca también la construcción de un entorno educativo
que promueva el respeto y la valoración de las diferencias culturales, sociales,
físicas y cognitivas. Esto requiere un cambio profundo en las actitudes y prácticas
de los docentes quienes deben adoptar estrategias pedagógicas inclusivas que
respondan a la heterogeneidad del aula. Como plantea (Booth & Ainscow, 2000),
"la inclusión es un proceso continuo que se desarrolla a partir de una reflexión
constante sobre las prácticas existentes y su impacto en los estudiantes",
subrayando la importancia de la autocrítica institucional para superar las barreras
que puedan surgir en el camino hacia una educación verdaderamente inclusiva.
Además, para que la inclusión sea efectiva en la educación superior, es
fundamental fomentar un sentido de pertenencia entre los estudiantes. Esto
implica no solo garantizar el acceso a los recursos necesarios, también crear
espacios donde se sientan valorados y comprendidos. Las políticas inclusivas deben
ir más allá de lo normativo, promoviendo una cultura educativa que priorice la
equidad y el bienestar emocional. De esta manera, la inclusión se transforma en
un principio rector del sistema educativo, que no solo persigue la igualdad de
oportunidades, también el enriquecimiento mutuo que resulta de la convivencia
en la diversidad.
Adicionalmente, corresponde considerar el ambiente familiar saludable en el que
la persona se desenvuelve, los estímulos que son relevantes para el desarrollo de
sus potencialidades. Como lo manifiestan (Rivera, Lara, & Arias, 2023, pág. 59)
Uno de los aspectos para tener en cuenta en inclusión educativa, es conocer que
todo individuo merece un ambiente saludable y estimulante desde que nace, para
ello es de vital importancia conocer el contexto familiar en el que nace un niño,
ya que es su primer contacto con la realidad donde se inicia su aprendizaje para
potencializar sus capacidades físicas e intelectuales que sin duda alguna
pertenecen en primera instancia a los padres.
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Perspectivas inclusivas
Las perspectivas inclusivas en la educación superior son esenciales para promover
una educación equitativa, justa y adaptada a las necesidades de una sociedad
diversa. Estas perspectivas buscan garantizar no solo el acceso, sino también la
participación activa y el éxito de todos los estudiantes, incluyendo aquellos que
históricamente han sido marginados por razones de género, discapacidad, etnia o
condición socioeconómica. Según (Blanco, 2011), la inclusión debe ir más allá de
la eliminación de barreras físicas, extendiéndose a cambios estructurales y
culturales dentro de las instituciones. Este enfoque reconoce que la diversidad no
es un obstáculo, se trata de una oportunidad para enriquecer los procesos
educativos.
A pesar de los avances normativos en muchas regiones de América Latina, persisten
desafíos significativos en la implementación de políticas inclusivas. (Correa & al,
2020) advierten que muchas universidades aún operan bajo paradigmas
tradicionales que limitan la flexibilidad curricular y la adaptabilidad pedagógica.
Esto genera brechas entre los principios declarados en documentos institucionales
y las prácticas reales en el aula. Además, las políticas de inclusión suelen carecer
de un enfoque sistemático, lo que dificulta su sostenibilidad y efectividad en el
tiempo.
Por otro lado, las perspectivas inclusivas también enfrentan el reto de cambiar las
actitudes y percepciones dentro de las comunidades académicas. (Fajardo, 2017)
señala que los prejuicios y estereotipos aún predominan en algunos espacios
universitarios, lo que dificulta la plena integración de los estudiantes
pertenecientes a grupos vulnerables. Para superar este desafío, es necesario
invertir en formación docente y en campañas de sensibilización que promuevan la
valoración de la diversidad como un recurso esencial para el aprendizaje y la
innovación.
Un aspecto crítico es la relación entre inclusión y calidad educativa. Mientras
algunos argumentan que la inclusión puede comprometer los estándares
académicos, autores como (Echeita & Ainscow, 2015) sostienen que estos
conceptos no son incompatibles. De hecho, una educación inclusiva bien
implementada no solo beneficia a los estudiantes en situación de vulnerabilidad,
sino que también mejora la experiencia de aprendizaje para todos los estudiantes
al fomentar entornos más colaborativos, innovadores y dinámicos.
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Prácticas pedagógicas inclusivas
(Armijos, Encalada, Juca, & Vásconez, 2022, pág. 42) El principal propósito
de promover la educación inclusiva radica en lograr una cierta
homogeneización cultural, lo que implica que al final del proceso educativo,
cada participante debe tener las competencias (conocimientos, habilidades,
capacidades, destrezas y valores) que le permitan desenvolverse
satisfactoriamente en una sociedad en la que vive, ya sea que posea o no
una discapacidad.
Las prácticas pedagógicas inclusivas son estrategias y enfoques educativos que
buscan garantizar la participación y el aprendizaje de todos los estudiantes,
independientemente de sus características individuales, sociales o culturales.
Estas prácticas se centran en eliminar las barreras que puedan limitar el acceso
equitativo al conocimiento, promoviendo un entorno en el que todos pueden
participar y acceder sin restricciones a los procesos de aprendizaje. Según (Zabala,
2000) las prácticas pedagógicas son "el conjunto de acciones intencionadas que el
docente lleva a cabo en el aula para facilitar el aprendizaje de los estudiantes,
organizando los contenidos, recursos y estrategias de enseñanza en función de las
necesidades del contexto educativo". Por lo tanto, las prácticas inclusivas se
consideran el medio para concretar este propósito en el aula, adaptando tanto los
contenidos como las metodologías para responder a la diversidad que puede tener
el aula.
Una de las estrategias clave en las prácticas pedagógicas inclusivas es el diseño
universal para el aprendizaje (DUA). Este enfoque propone la creación de
materiales y actividades que sean accesibles para todos los estudiantes desde el
inicio, en lugar de realizar adaptaciones posteriores. A través del DUA, se fomenta
la flexibilidad en la presentación de contenidos, en las formas de participación y
en los métodos de evaluación, permitiendo que cada estudiante pueda demostrar
sus competencias según sus propias capacidades. Además, el uso de tecnologías de
apoyo y herramientas digitales se ha convertido en un aliado importante para
facilitar la inclusión, ya que permite personalizar los procesos de aprendizaje y
reducir las limitaciones.
Otra dimensión esencial de las prácticas inclusivas es el fomento de una cultura
de colaboración en el aula. Esto implica la construcción de relaciones positivas
entre estudiantes y entre estudiantes y docentes, así como la implementación de
actividades grupales que valoren la diversidad de perspectivas y habilidades.
(Slavin, 1999) señala que "el aprendizaje cooperativo se basa en la interacción
entre los miembros de un grupo diverso, lo que no solo mejora los resultados
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académicos, sino que también contribuye a una mayor aceptación de la diversidad
y a la construcción de un entorno inclusivo”. Por ejemplo, el aprendizaje
cooperativo permite que los estudiantes trabajen juntos para alcanzar objetivos
comunes, fortaleciendo habilidades sociales y emocionales, además de favorecer
el aprendizaje académico. Este tipo de dinámicas promueve un sentido de
pertenencia y elimina la idea de que ciertas características pueden ser un
obstáculo para la contribución individual al grupo.
Para que las prácticas pedagógicas inclusivas sean efectivas, los docentes deben
comprometerse a reflexionar constantemente sobre su forma de enseñar y ajustar
sus todos a las necesidades de cada estudiante. Esto implica estar en constante
aprendizaje, participando en capacitaciones que les permitirán adquirir
herramientas y conocimientos sobre inclusión. Además, es importante que los
docentes estén abiertos a aprender no solo de sus colegas, sino también de sus
propios estudiantes. Como menciona (Booth & Ainscow, 2000, g. 25), “la
inclusión se construye a partir de la reflexión y el cambio continuo en la práctica”.
Cuando las instituciones apoyan estas prácticas, no solo promueven la equidad,
sino que también ayudan a formar personas que valoren la diversidad como una
fortaleza. Así, la inclusión deja de ser solo una meta para convertirse en un proceso
que transforma las aulas en espacios donde todos puedan crecer y aprender juntos.
Desafíos y Barreras
La inclusión en la educación superior enfrenta desafíos significativos que reflejan
desigualdades estructurales, pedagógicas y culturales. En América Latina, estos
desafíos son s evidentes debido a las profundas brechas sociales y económicas
que afectan a diversos grupos, como personas con necesidades educativas
especiales, comunidades indígenas, estudiantes de sectores rurales, y mujeres en
campos típicamente dominados por hombres.
Uno de los principales obstáculos es la persistencia de desigualdades estructurales
en las instituciones educativas. Según (Santos, 2013), “la inclusión no es solo un
problema técnico o pedagógico, sino una cuestión política que requiere un cambio
profundo en las estructuras y culturas institucionales”. Esto implica transformar
las políticas de admisión, los currículos y los todos de evaluación para garantizar
el acceso equitativo y la permanencia de estudiantes históricamente excluidos.
Además, existen barreras culturales relacionadas con los prejuicios y estigmas que
persisten en las comunidades académicas. (Aguerrondo, 2009) sostiene que “la
educación inclusiva no se logrará mientras no se reconozca y valore la diversidad
como un recurso en lugar de considerarla un problema”. Esta afirmación resalta la
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necesidad de sensibilizar a docentes, personal administrativo y estudiantes sobre
la importancia de un enfoque inclusivo que fomente el respeto y la colaboración.
Otro desafío importante es la falta de recursos adecuados para atender las
necesidades de una población estudiantil diversa. En este sentido, (Echeita &
Ainscow, 2015) señala que “la inclusión requiere no solo voluntad política, sino
también la asignación de recursos humanos, materiales y tecnológicos que
permitan garantizar el derecho a una educación de calidad para todos”. Este punto
es crucial en el contexto latinoamericano, donde muchas universidades públicas
enfrentan limitaciones presupuestarias significativas.
Por último, la fragmentación de políticas educativas limita los avances hacia la
inclusión. Según (López, León, & Rosario, 2023, pág. 5), “las políticas de inclusión
suelen estar desconectadas entre los niveles de educación básica y superior,
creando vacíos que dificultan la transición y permanencia de los estudiantes en
situación de vulnerabilidad”. Esto pone de manifiesto la necesidad de desarrollar
estrategias integrales que acompañen a los estudiantes a lo largo de todo su
trayecto educativo.
Impacto de las Prácticas Inclusivas
Las prácticas inclusivas en la educación superior desempeñan un papel
fundamental en la promoción de la equidad y la calidad educativa en América
Latina. Estas prácticas buscan garantizar que todos los estudiantes,
independientemente de sus características personales o contextuales, tengan
acceso, participación y éxito en el ámbito académico.
Según (Blanco, 2011), la educación inclusiva debe fundamentarse en la apreciación
de la diversidad, inherente a la naturaleza humana. Las diferencias entre
individuos son esenciales para su identidad, y es crucial considerar la diversidad
como un valor fundamental en el entorno educativo, influenciada por diversas
formas de ser, pensar y actuar en estrecha relación con la cultura y el entorno en
el que el proceso educativo. se desarrolla y los estudiantes interactúan.
Por otro lado, (Fajardo, 2017) destaca que la inclusión implica llevar a cabo una
serie de medidas y actividades que fomentan la igualdad en el acceso a derechos
y lugares, permitiendo que toda la sociedad participe en el cambio del país. Esta
perspectiva contribuye a la reducción de disparidades socioeconómicas y al
aumento de oportunidades laborales en las comunidades, un aspecto crucial para
el avance social de las naciones.
Sin embargo, la implementación de prácticas inclusivas enfrenta desafíos
significativos. Según (Correa & al, 2020); es esencial superar los paradigmas
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arraigados en las teorías de aprendizaje y filosofías escolásticas que han dominado
la educación durante años, abrazando el discurso creciente de la inclusión y la
flexibilidad curricular. Estas acciones y enfoques buscan igualar el acceso y la
participación, permitiendo a toda la sociedad contribuir a las transformaciones del
país.
Un impacto significativo de las prácticas inclusivas es su contribución a la
transformación de las instituciones educativas. (Correa & al, 2020), destacan que
estas prácticas no solo benefician a los estudiantes en situación de vulnerabilidad,
sino que también enriquecen la experiencia educativa de todos los participantes.
Al fomentar un entorno diverso e inclusivo, las universidades se convierten en
espacios de aprendizaje más dinámicos e innovadores, donde los estudiantes
pueden desarrollar habilidades interculturales y sociales esenciales para un mundo
globalizado. Sin embargo, esta transformación requiere del empuje de la
educación superior para que su puesta en marcha sea más oportuna.
En este contexto, la inclusión en la educación superior también desempeña un
papel clave en la promoción de la cohesión social y la movilidad económica.
(Fajardo, 2017) argumenta que, al garantizar el acceso equitativo a la educación
de calidad, las prácticas inclusivas pueden reducir las brechas de desigualdad y
abrir oportunidades laborales para los grupos más desfavorecidos. Esto no solo
tiene un impacto directo en las vidas de los estudiantes, sino que también
contribuye al desarrollo económico y social de las comunidades y países. En este
sentido, la educación inclusiva no es solo una cuestión de justicia social, sino
también una inversión estratégica para el progreso.
METODOLOGÍA
El presente estudio se realizó desde un enfoque cualitativo, dado que busca
profundizar en la comprensión de las perspectivas y prácticas pedagógicas
inclusivas en la Educación Superior desde las experiencias y significados atribuidos
por los participantes. Según (Taylor & Bogdan, 1987), este enfoque permite
interpretar en su contexto natural a los fenómenos sociales y educativos,
apoyándose en la recolección de datos no estandarizados.
Este estudio también se enmarcó en un diseño hermenéutico, adecuado para
explorar las experiencias y significados atribuidos por los participantes en el
contexto de la inclusión educativa. El modelo hermenéutico se fundamenta en la
idea de que todo proceso de comprensión es también un proceso interpretativo,
condicionado por los contextos históricos y sociales en los que los discursos se
generan (González, 2002).
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De acuerdo con ello, se asumió un enfoque interpretativo en el análisis de los
datos, considerando las subjetividades de los participantes y cómo estas dialogan
con los conceptos teóricos sobre inclusión educativa. El objetivo principal de esta
aproximación es no solo describir las experiencias, sino también interpretar sus
significados en un marco teórico que permita una comprensión más amplia y crítica
del fenómeno estudiado.
Como estrategias complementarias en el análisis de los datos, se integraron los
métodos deductivo e inductivo. El enfoque deductivo permitió partir de teorías y
conceptos preestablecidos sobre inclusión educativa, como las barreras al
aprendizaje y la importancia del aprendizaje cooperativo. Este método favorece
la estructuración inicial del análisis, al organizar los datos en categorías basadas
en marcos teóricos sólidos (Hernández, Fernández, & Baptista, 2014).
Por su parte, el método inductivo fue fundamental para permitir que los datos
guiaran la generación de nuevas categorías y patrones. Este enfoque posibilitó
identificar aspectos emergentes no contemplados inicialmente, respetando la
riqueza y complejidad de las experiencias compartidas por los participantes.
La investigación se realizó con un grupo focal compuesto por:
Cuatro docentes de Educación Superior con experiencia en prácticas inclusivas.
Tres estudiantes regulares de una institución de Educación Superior.
Tres estudiantes con necesidades educativas especiales.
Tabla 1. Muestra docente
Actores
Respuestas relevantes
Interpretación
Efectos
Docentes
Compromiso con la
inclusión educativa y
tutorías personalizadas.
Los docentes están
comprometidos pero
enfrentan desafíos
significativos.
Mayor empatía y
colaboración en las
aulas.
Reconocimiento de la
necesidad de
capacitación y recursos
adecuados.
Reconocen la importancia
de un aprendizaje continuo
y el apoyo institucional.
Dificultades para
implementar
estrategias inclusivas
sostenibles.
Barreras estructurales
limitan la
implementación de
prácticas inclusivas.
Las limitaciones
estructurales obstaculizan
el progreso hacia la
inclusión.
Desafíos para
garantizar igualdad de
oportunidades
educativas.
Innovación en estrategias
pedagógicas inclusivas.
Esfuerzos por crear entornos
colaborativos e inclusivos.
Generación de entornos
innovadores y
cooperativos.
Tabla 2. Muestra Estudiante
Actores
Respuestas relevantes
Interpretación
Causas
Efectos
Estudiantes
regulares
Aprenden valores como
empatía, respeto y
colaboración.
La inclusión beneficia a los
estudiantes regulares al
promover valores
fundamentales.
Convivencia con
compañeros de
diversas capacidades.
Entornos de
aprendizaje más
enriquecedores y
empáticos.
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Reconocen la diversidad
como una oportunidad
para el aprendizaje.
La convivencia con
diversidad enriquece la
experiencia educativa.
Exposición a
diferentes formas de
afrontar desafíos.
Desarrollo de
competencias
interculturales y
sociales.
Se enfrentan a prejuicios
y falta de sensibilización
en algunos casos.
Persisten actitudes
negativas hacia la inclusión
en algunos casos.
Falta de formación y
sensibilización en la
comunidad
educativa.
Limitación en la
integración plena de
todos los estudiantes.
Resaltan las amistades
generadas en entornos
diversos.
La interacción en entornos
diversos fortalece el sentido
de pertenencia.
Trabajo colaborativo
en entornos diversos.
Fortalecimiento de la
colaboración y
cohesión social.
Tabla 3. Muestra Estudiante con discapacidad
Actores
Respuestas relevantes
Interpretación
Causas
Efectos
Estudiantes
con
discapacidad
Agradecen los esfuerzos
de inclusión, aunque
reconocen barreras
persistentes.
Perciben avances en
inclusión, pero identifican
áreas críticas a mejorar.
Compromiso parcial
de instituciones y
docentes.
Participación limitada
en algunos entornos
educativos.
Limitaciones en
accesibilidad física y
falta de tecnología
inclusiva.
Las barreras estructurales
dificultan la equidad
educativa.
Falta de inversión en
recursos adaptativos.
Dificultades para
acceder plenamente a
actividades
académicas.
Expresan emociones
mixtas: miedo y felicidad
según el entorno
educativo.
La inclusión impacta tanto
en el bienestar emocional
como en la experiencia
académica.
Entornos académicos
no siempre
preparados para la
diversidad.
Impacto emocional
significativo en los
estudiantes.
Valoran los métodos
inclusivos que facilitan
su integración.
Los métodos inclusivos
mejoran la participación y
autoestima.
Prácticas pedagógicas
inclusivas limitadas.
Mejora de la
autoestima y del
sentido de
pertenencia.
Esta selección responde a un muestreo intencional que buscó captar no solo las
experiencias y opiniones de los participantes, sino también los sentimientos que
emergen en su interacción con el entrevistador.
Para la recolección de datos se diseñó una entrevista semiestructurada con
preguntas abiertas orientadas a explorar las perspectivas sobre la inclusión
educativa, las prácticas pedagógicas implementadas y los desafíos percibidos. La
entrevista se aplicó de manera individual al grupo focal, que con la diversidad de
participantes buscó garantizar una visión integral del fenómeno estudiado.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La información recolectada a través de las entrevistas con docentes, estudiantes
regulares y estudiantes con necesidades especiales permitió identificar
percepciones, emociones y propuestas relacionadas con la inclusión educativa en
la educación superior. Este análisis revela puntos de encuentro positivos, así como
áreas de mejora que minimizan las brechas y asumen los desafíos presentes en el
sistema educativo.
Los docentes destacaron la importancia de la formación continua para abordar las
necesidades específicas de los estudiantes con necesidades especiales. Aunque
expresaron compromiso con la inclusión, señalaron como una barrera recurrente
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sería la falta de capacitación y contar con recursos adecuados. Según (Aguerrondo,
2009), la inclusión educativa no es solo un desafío técnico, sino también un cambio
profundo en las actitudes y estructuras institucionales. Este enfoque resalta que
la capacitación debe ir más allá del desarrollo de habilidades técnicas,
promoviendo un entendimiento integral de la diversidad. Algunos docentes
manifestaron frustración frente a las limitaciones estructurales, pero también
reconocieron la oportunidad de construir entornos s inclusivos mediante
estrategias pedagógicas como el aprendizaje cooperativo y la planificación
adaptativa.
De esta manera, (Echeita & Ainscow, 2015) sostiene que la inclusión es un derecho
que requiere el compromiso activo de los docentes para adaptarse a las
necesidades de los estudiantes. Esta idea respalda la percepción de los docentes
sobre la importancia de tutorías personalizadas y adaptaciones curriculares como
estrategias efectivas para reducir brechas en el aprendizaje.
Una vivencia positiva mencionada por los docentes fue la implementación de
tutorías personalizadas, lo que refleja una voluntad de innovar en las prácticas
pedagógicas. Sin embargo, las experiencias negativas incluyeron deserción
estudiantil atribuida a una insuficiente preparación institucional para la inclusión.
Por otra parte, los estudiantes regulares enfatizaron sentimientos de
enriquecimiento personal al convivir con compañeros de diversa capacidad y
mencionaron el aprendizaje de valores como la empatía, el respeto y la
colaboración. Reconocieron la inclusión como una oportunidad para aprender de
diferentes formas de enfrentar desafíos. (Blanco, 2011) señala que la diversidad
en el aula fomenta entornos de aprendizaje s ricos, donde los estudiantes
desarrollan competencias interculturales esenciales para la convivencia en
sociedades plurales.
A pesar de ello, también señalaron que no todos los miembros de la comunidad
educativa comparten este enfoque positivo, evidenciando la necesidad de mayor
sensibilización. (Booth & Ainscow, 2000) proponen que la reflexión institucional
continua puede contribuir a superar prejuicios y actitudes negativas hacia la
diversidad, generando espacios más inclusivos para todos.
Entre las vivencias positivas, los estudiantes mencionaron las amistades generadas
en entornos diversos, lo que fomenta un sentido de pertenencia y colaboración.
No obstante, también señalaron que en algunos casos faltan adaptaciones
pedagógicas que favorezcan una mayor integración.
El grupo de los estudiantes con capacidades especiales expresaron gratitud por las
oportunidades ofrecidas, también, resaltaron obstáculos como la accesibilidad
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física limitada y la falta de tecnología inclusiva. (Santos, 2013) enfatiza que la
inclusión no puede lograrse sin recursos adecuados y un compromiso político que
garantice su sostenibilidad. Este argumento subraya la urgencia de fortalecer las
políticas institucionales para eliminar estas barreras.
Un aspecto recurrente en las entrevistas fue la valoración del esfuerzo de algunos
docentes por adaptar contenidos y métodos de evaluación, aunque esta práctica
no es uniforme en todas las materias. (Slee, 2012) subraya que la inclusión no debe
depender del compromiso individual de los docentes, sino de una transformación
institucional que garantice accesibilidad y recursos adecuados.
Entre las experiencias positivas, destacaron métodos inclusivos de aprendizaje que
facilitaron su integración y la posibilidad de participar activamente en actividades
académicas; mencionaron la persistencia de prejuicios y falta de sensibilización
en ciertos entornos.
Los estudiantes con capacidades diferenciadas expresaron una mezcla de
emociones. Miedo y nerviosismo fueron sentimientos recurrentes al enfrentarse a
un entorno académico que, en ocasiones, no estaba completamente adaptado a
sus necesidades. Estas emociones están vinculadas a barreras estructurales y
sociales que limitan su integración plena. También mencionaron sentimientos de
felicidad y motivación al percibir esfuerzos concretos por parte de docentes y
compañeros para incluirlos en actividades y reconocer sus logros.
Estos sentimientos positivos, aunque condicionados por las circunstancias, reflejan
la importancia de las estrategias inclusivas en el fortalecimiento de la autoestima
y el sentido de pertenencia de estos estudiantes. Como señala (Slee, 2012), la
inclusión debe priorizar la creación de entornos que no solo sean accesibles
físicamente, sino también emocionalmente seguros.
La convergencia de emociones positivas y negativas en todos los actores refuerza
la idea de que la inclusión educativa no solo es un desafío técnico o estructural,
sino también un proceso profundamente humano que impacta el bienestar
emocional de los participantes. Según (Aguerrondo, 2009), este aspecto emocional
debe considerarse en la planificación de políticas y estrategias inclusivas,
garantizando no solo la accesibilidad física y académica, sino también el
acompañamiento emocional necesario para superar barreras actitudinales y
fomentar una convivencia armoniosa.
Un hallazgo notable fue el reconocimiento, desde todas las perspectivas, de que
la inclusión beneficia tanto a estudiantes con capacidades especiales como a la
comunidad en general. Este punto resalta la importancia de prácticas como el
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aprendizaje cooperativo, que según (Slavin, 1999), promueve no solo mejores
resultados académicos, sino también una mayor cohesión social en el aula.
CONCLUSIONES
La inclusión educativa en la educación superior es un tema central en la búsqueda
de una educación equitativa y accesible para todos los estudiantes,
independientemente de sus características o capacidades. Este estudio ha
permitido explorar, desde las perspectivas de docentes, estudiantes regulares y
estudiantes con necesidades educativas especiales, los desafíos, fortalezas y áreas
de mejora en la implementación de prácticas inclusivas.
La inclusión educativa beneficia a toda la comunidad académica, no solo a los
estudiantes con capacidades especiales. Los estudiantes regulares destacaron el
aprendizaje de valores como la empatía y el respeto, mientras que los docentes
reconocieron el impacto positivo de las estrategias inclusivas en el fortalecimiento
de un ambiente colaborativo y enriquecedor. Estos resultados reafirman que la
diversidad es un recurso valioso que fomenta una educación integral y humanista.
Es importante resaltar que, los docentes desempeñan un rol central en la
implementación de la inclusión educativa, enfrentando desafíos como la falta de
recursos y formación específica. A pesar de estas limitaciones, se destacó su
actitud proactiva para buscar soluciones mediante la formación continua, la
adaptación curricular y la innovación pedagógica. Esto demuestra que el
compromiso docente es clave para superar las barreras estructurales y promover
prácticas inclusivas efectivas.
Si bien persisten barreras estructurales, como la accesibilidad física y la carencia
de recursos tecnológicos inclusivos, los resultados revelan que los puntos
favorables superan a los desafíos. La capacidad de los docentes y estudiantes para
adaptarse y colaborar muestra que, aunque los obstáculos existen, la inclusión es
percibida como una meta alcanzable con esfuerzos sostenidos.
Por otra parte, las emociones de miedo, nerviosismo, felicidad y motivación
expresadas por los participantes subrayan la importancia de considerar el impacto
emocional en el diseño e implementación de políticas inclusivas. Estas emociones
reflejan tanto las dificultades iniciales como los beneficios que la inclusión aporta
al bienestar y desarrollo personal de los estudiantes y docentes.
Aunque existen esfuerzos individuales valiosos, la inclusión educativa requiere un
respaldo institucional sólido. Esto incluye políticas claras, recursos adecuados y
estrategias de seguimiento que aseguren la sostenibilidad de las prácticas
inclusivas. Las instituciones deben priorizar la inversión en infraestructura
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accesible, tecnologías inclusivas y programas de formación continua para
docentes.
Los resultados del estudio destacan la necesidad de diseñar programas de
formación docente integrales que aborden aspectos técnicos, éticos y
emocionales; como también se realza la importancia de promover actividades que
fortalezcan la empatía y la integración entre estudiantes.
Adicionalmente, es importante implementar políticas inclusivas que aseguren
recursos accesibles y espacios adaptados; De igual manera, se debe establecer
mecanismos de evaluación continua para ajustar las prácticas inclusivas a las
necesidades de la comunidad educativa.
En conclusión, este estudio demuestra que la inclusión educativa en la educación
superior es un proceso complejo, pero alcanzable, que requiere el compromiso
colectivo de docentes, estudiantes, autoridades y padres de familia. Al abordar las
barreras existentes y maximizar las fortalezas identificadas, se puede avanzar
hacia un sistema educativo más equitativo y enriquecedor para todos. El proceso
de inclusión en los estudiantes con necesidades educativas especiales permite
valorar la participación de los padres de familia quienes son un factor
preponderante para la aplicación de las estrategias que toda institución educativa,
en este caso, educación superior, puedan aplicarse; es decir, que los padres de
familia consientes del rol que desempeñan las unidades educativas también ellos
colaboren de manera activa en el proceso de formación y aplicación de estrategias
y metodologías necesarias para el proceso de inclusión.
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