de la construcción de embarcaciones, y utilizaron la
lenguaje naval para denominar a ciertos elementos o
ensambles de las edificaciones como los estantes
(columnas), varengas (vigas), crucetas (tirantes), chazas
(celosías) entre otras (Laviana Cuetos, 2002 citado en
Peralta González, 2015). Las maderas de la antigua
provincia de Guayaquil eran muy variadas en cuanto a sus
características entre ellas su dureza, textura, peso, etc., los
carpinteros de ribera llegaron a conocer y anejar el material
por lo que desarrollaron lo que se conoce como la
tecnología constructiva de la arquitectura en madera de la
costa ecuatoriana. La destreza de estos carpinteros navales
fue descrita por los cronistas tanto de la colonia como los
de la época republicana. Hay que resaltar que el
conocimiento fue producto de un auto aprendizaje. Tal
como dice José Vargas:
“Los procedimientos empleados para la construcción de
las naves, en un astillero de Guayaquil y/o Puná fueron
catalogados como empíricos, esto lo dijeron los oficiales
navales españoles Jorge Juan y Antonio de Ulloa, quienes
pasaron por Guayaquil en la década de 1730, parece que
esta costumbre fue heredada de los españoles ya que
antes de 1567 no existían ordenanzas que regulen la
construcción naval en España y en sus colonias en
América, hasta cuando en un intento masivo por
tecnificar la industria aparecieron en el último cuarto del
siglo XVI y siglo XVII reglas, códigos y ordenanzas sobre
embarcaciones; normas creadas con la finalidad de
evitar las imperfecciones y defectos de los navíos que se
construían para las flotas mercantes y la Real Armada, a
fin de que estos sean más eficientes y seguros” (Vargas
Molina, 2014, p. 52)
Debido a la alta calidad de la madera obtenida en la época,
las piezas estructurales podían estar compuestas de un solo
elemento, por ejemplo, en estas edificaciones es posible
encontrar vigas que son realizadas con una sola pieza de
madera que cubre una luz de hasta seis metros y con
secciones aproximadas de 0.20 a 0.30 m. En los casos en que
el elemento no podía ser cubierta las longitudes con un solo
madero, se procedía al uso de los ensambles que permitían
dar continuidad estructural, entre los más utilizados en la
construcción de las casas de Guayaquil, estaban el rayo de
júpiter, cola de milano, caja y espiga, etc. (Peralta González,
2015).
En las edificaciones de las familias con mayores recursos
económicos, la estructura y los ensambles eran cubiertos
con forros de madera con la finalidad de mejorar el aspecto
formal y estético. La madera más utilizada en la
construcción de los elementos estructurales de cimentación
era el mangle, así también, estaban otras especies como
guayacán y el guachapelí, este tipo de madera tenía la
capacidad de soportar la humedad, que en Guayaquil puede
superar el 80%, sin sufrir daños por lo que servían también
para la construcción de la estructura de los embarcaciones,
como las que se fabricaban en los astilleros guayaquileños;
también estaban otros tipos de maderas como el cedro era
utilizado para las paredes, y para los pisos, puertas,
ventanas, detalles ornamentales y cielos rasos se utilizaban
el roble y el laurel (Alsedo y Herrera, 1986, citado por
Peralta González, 2015).
4.4. Aspectos Bioclimáticos
La ciudad de Guayaquil posee un clima tropical cuya
temperatura anual oscila entre los 25 a 35 grados Celsius y
el alto promedio de humedad, como ya fue mencionado.
Por estos concionantes en las construcciones hicieron uso
de elementos arquitectónicos que ayudaban a la ventilación
cruzada e interna de la vivienda. En el caso de los inmuebles
estudiados y de la arquitectura de la costa ecuatoriana,
estuvieron presentes en el diseño de sus viviendas las
galerías, aleros y soportales, que creaban un colchón
térmico evitando el impacto directo de los rayos del sol
sobre las paredes de la fachada generen calor al interior.
Es preciso señalar que el soportal es un espacio
arquitectónico introducido por los españoles en sus
construcciones hispanoamericanas, pero que generalmente
se utilizó para las edificaciones que se construían alrededor
de la Plaza Mayor como un espacio de transición entre el
ruido de la plaza y los espacios privados. En la costa
ecuatoriana, su uso se extendió más allá de la plaza,
justificándose al crear un espacio de circulación apropiado
para el peatón, que lo protegía del sol y la lluvia y en crear
un espacio de transición entre la calle, zona totalmente
abierta y con actividad, y el espacio cerrado de la vivienda.
Sin embargo, debido a la intensidad del calor en nuestro
clima, en ocasiones el soportal no era suficiente para
proteger las fachadas del calor y era común observar lonas
que protegían a la planta baja y que se iban recogiendo o
soltando de acuerdo con la hora del día. Al principio estas
lonas eran rechazadas por los dueños de los negocios que
se resistían a utilizarlas pues tapaban (en cierto horario)
totalmente la planta baja; más adelante se incorporaron
como parte de la publicidad de los negocios al llevar el
nombre de éstos en grandes letras tal como se puede
observar en antiguas fotografías de ciudades de la costa.
Las fachadas con grandes ventanales que permitían la
iluminación natural y la ventilación cruzada de los
ambientes haciéndolos muy frescos y agradables, incluso en
invierno, a pesar de no tener las ventajas tecnológicas
actuales. Además, como era habitual en la época en que se
construyeron estas viviendas, la altura entre el cielo raso y
piso eran considerables, un promedio de 4,50 m., lo que
ayudaba a la ventilación e iluminación de la vivienda pues
normalmente las paredes interiores tenían vanos en la
parte superior que permitían que la circulación de aire sin
interrupción en la edificación. La ventilación se intensificaba
por la ubicación de un patio interior. El patio interior como
elemento bioclimático regulaba la humedad y el calor
(Figura 7).