1.  Introducción 
 
En las últimas décadas, la vinculación entre las instituciones 
de  educación  superior  y  la  sociedad  ha  adquirido  una 
relevancia creciente, consolidándose como un componente 
esencial  en  la  misión  universitaria  (Campos  &  Sánchez, 
2005;  Méndez-Bravo,  2021).  Desde  una  perspectiva 
histórica, la vinculación ha sido entendida como una función 
esencial de las Instituciones de Educación Superior (IES), 
orientada  a  responder  de  manera  efectiva  a las demandas 
sociales. La UNESCO (1998) ya planteaba que esta función 
refleja  la  capacidad  de  las  universidades  para  ofrecer 
soluciones  viables  y  concretas  a  las  necesidades  de  la 
sociedad.  En  una  visión  más  estructural,  Quiroga  & 
Albuerne (2023) describe la vinculación como un proceso 
integral y dinámico que articula las funciones sustantivas de 
la  docencia,  la  investigación,  la  extensión  cultural  y  los 
servicios  universitarios  en  un  entorno  determinado, 
promoviendo así la participación activa de diversos actores 
sociales en su implementación.  
 
Autores como Zambrano-Loor et al. (2021) y Cruz & Lanza 
(2024)  coinciden  en  señalar  que  la  relación  entre  la 
universidad,  los  sectores  productivos  y  la  sociedad  ha 
evolucionado  hacia  una  forma  de  colaboración  recíproca, 
construida intencionalmente y no como resultado del azar. 
Por  su  parte,  Campos  &  Sánchez  (2005)  destacan  que  la 
vinculación  ofrece  a  las  universidades  la  posibilidad  de 
redefinir y proyectar sus objetivos institucionales a futuro, 
adaptándose a los cambios del entorno. Asimismo, Polaino 
& Romillo (2017) enfatizan que esta función universitaria 
integra  la  formación  académica  y  la  investigación  como 
medios para dar respuesta a las problemáticas comunitarias, 
consolidando  así  el  papel  social  de  la  universidad.  Este 
proceso,  conocido  como  vinculación  con  la  sociedad, 
implica  la  colaboración  activa  entre  universidades  y 
comunidades  para  abordar  desafíos  sociales,  culturales  y 
económicos,  promoviendo  el  desarrollo  sostenible  y  la 
equidad social. 
 
A  nivel  internacional,  diversas  instituciones  han 
implementado  programas  innovadores  que  integran  la 
arquitectura y el diseño con la participación comunitaria. Por 
ejemplo,  el  programa  Rural  Studio  de  la  Universidad  de 
Auburn  en  Estados  Unidos  permite  a  estudiantes  de 
arquitectura  diseñar  y  construir  viviendas  asequibles  en 
comunidades rurales, fomentando la responsabilidad social 
y el aprendizaje práctico (Gonçalves et al., 2024). Además, 
el Skip Garden en King's Cross, Londres, desarrollado por 
estudiantes de la Bartlett School of  Architecture,  combina 
arquitectura sostenible y agricultura urbana para revitalizar 
espacios  públicos  y  fortalecer  la  cohesión  comunitaria 
(Vásquez, 2024). 
 
Un  caso  emblemático  en  América  Latina  es  el  proyecto 
Children Village, desarrollado en la región de Formoso do 
Araguaia,  Brasil,  por  los  arquitectos  Aleph  Zero  y 
Rosenbaum.  Este  complejo  escolar,  diseñado  en 
colaboración  con  estudiantes,  profesores  y  la  comunidad 
local, ganó el RIBA International Prize en 2018 gracias a su 
enfoque participativo, uso de materiales locales y respuesta 
climática  adaptativa.  Este  tipo  de  experiencias  demuestra 
cómo la arquitectura puede actuar como un catalizador de 
cambio  social  y  educativo,  y  cómo  los  procesos 
colaborativos  fortalecen  el  impacto  de  la  obra  construida 
(Royal Institute of British Architects -RIBA-, 2018). 
 
En  América  Latina,  la  vinculación  universitaria  ha  sido 
impulsada  por  políticas  públicas  que  reconocen  la 
importancia  de  la  educación  superior  en  el  desarrollo 
regional  (Méndez-Bravo,  2021).  Sin  embargo,  persisten 
desafíos  relacionados  con  la  institucionalización  de  estos 
procesos,  la  evaluación  de  su  impacto  y  la  articulación 
efectiva entre la academia y las comunidades. En Ecuador, 
la Ley Orgánica de Educación Superior (LOES) establece la 
vinculación con la sociedad como una función sustantiva de 
las universidades, orientada a la transformación social y la 
generación de conocimiento pertinente (Asamblea Nacional 
del Ecuador, 2010). No obstante, estudios han señalado la 
necesidad  de  fortalecer  los  mecanismos  de  planificación, 
ejecución y evaluación de los proyectos de vinculación para 
garantizar  su  eficacia  y  sostenibilidad  (Rodríguez  et  al., 
2022). 
 
En el contexto de la Universidad Técnica de Manabí (UTM), 
la  carrera  de  Arquitectura  ha  desarrollado  diversas 
iniciativas de vinculación con la sociedad, enfocadas en la 
mejora del hábitat, la planificación urbana participativa y la 
conservación  del  patrimonio  cultural.  Sin  embargo,  es 
fundamental  analizar  el  marco  normativo  vigente,  las 
percepciones  de  los  actores  involucrados  y  las  prácticas 
institucionales  para  identificar  oportunidades  de  mejora  y 
consolidar  una  cultura  de  vinculación  efectiva  y 
transformadora. 
 
El  objetivo  principal  de  esta  investigación  es  analizar  el 
contexto actual del proceso de vinculación con la sociedad 
en la carrera de Arquitectura de la UTM, considerando las 
normativas  existentes,  las  percepciones  de  estudiantes  y 
docentes,  y  las  prácticas  institucionales,  con  el  fin  de 
proponer estrategias que fortalezcan la pertinencia, la calidad 
y el impacto de las actividades de vinculación. 
 
Este  estudio  busca  contribuir  al  fortalecimiento  de  la 
vinculación  universitaria  como  un  eje  estratégico  para  el 
desarrollo  local  y  regional,  promoviendo  una  formación 
académica  comprometida  con  la  realidad  social  y  una 
arquitectura  orientada  al  servicio  de  las  comunidades.  Al 
generar  propuestas  basadas  en  un  análisis  contextual  y 
participativo,  se  espera  aportar  a  la  construcción  de  una 
universidad más inclusiva, pertinente y transformadora.